La muestra recoge el trabajo de investigación que hemos realizado en los últimos años sobre la mágica estancia que Joel Meyerowitz realizó entre el invierno del año 1966 y la primavera del 67 en Andalucía.
La historia que se cuenta en la exhibición, que podrá verse hasta finales de enero de 2019, y en el catálogo, que hemos editado con la editorial la Fábrica, nos acerca a un momento epifánico en la carrera de este importante fotógrafo.
En el verano de 1966 Meyerowitz, siendo un joven de 28 años, viaja a Europa. El plan era recorrer durante un año todo el continente, y el marco conceptual del proyecto de arte que quería realizar era principalmente fotografiar Europa desde su coche en movimiento.
Así lo hizo en miles de tomas, y como resultado a la vuelta a Estados Unidos, el MOMA presentaría la primera exposición sobre Meyerowitz partiendo de este recorrido de imágenes desde un coche en movimiento que suponía una fragmentación radical de la realidad y una nueva forma de ver.
Sin embargo, en ese viaje en Europa pasó algo sorprendente y que es clave en su obra. Joel me contó el primer día que nos conocimos que hubo una parada de 6 meses en una ciudad en España: Málaga.
Su periplo le llevó al sur del continente como estaba previsto, pero al conocer allí a una familia enraizada en el flamenco, Joel decidió quedarse y vivir en Málaga durante los siguientes 6 meses.
El material resultante de esta estancia es posiblemente uno de los registros documentales de la España de los años 60 más importantes que existan. Meyerowitz no entra en el folclore o la imagen habitual que un extranjero podía realizar.
Meyerowitz capturó el jaleo, la vida en las calles, el paisaje, lo ambiguo, las escenas de poder, la tradición y la vanguardia, y sobretodo el duende, un duende que desde entonces le ha acompañado y que ayer lo desplegó con la magia que solamente los genios llegan a conseguir.