• jueves, 28 de marzo de 2024
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Blog / La cometa de Miel

Leer a lomos de un barco

Por Pablo Sabalza

Para un barco sin destino cualquier viento es favorable (Seneca).

No sé si fue al escucharla en un momento puntual de mi vida o, simplemente, se quedó anclada en mi memoria, pero cada vez que alguien menciona la palabra, barco, aparece en mi cabeza la estrofa de una canción de Joaquín Sabina titulada, ‘Cuando aprieta el frío’, que reza así:

Viajero que regresas a esa ciudad del norte

Donde una dulce nieve empapa la razón

Donde llegan los barcos cargados de preguntas

A muelles laboriosos como mi corazón


Y así, en la mar añil y grande, cabalgan las naos sobre la montura de olas salvajes y saladas por las batidas espumas.

Aquellos que estamos salpicados de atracción por la historia y la literatura reconocemos que hay distintos barcos en los que nos hubiera gustado cabalgar y así ser protagonistas de las aventuras que sobre sus lomos discurrieron.

Entre los incontables de los que se ha escrito a lo largo de los años hay algunos que se han ganado, por diversos motivos, su hueco en la posteridad.

Veamos algunos de los barcos que han sido importantes en la historia o en algunas obras literarias.

Así encontramos el barco en el que según nos cuenta Herman Melville, el capitán Ahab con su pata de hueso de ballena trata de pescar a Moby Dick, la ballena Blanca. Este barco se llamaba Pequod

Todos nos acordamos de la novela de Julio Verne y sus Veinte mil leguas de viaje submarino en el que nos narra las aventuras del capitán Nemo por los diversos océanos del mundo descubriendo la mítica Atlántida, las islas de la Polinesia o las costas del Lejano Oriente. Estoy refiriéndome al Nautilus

Uno de los barcos españoles más famosos, buque insignia de la flota española hasta el punto de ser conocido como el Escorial de los mares con sus más de 120 cañones, pero que fue hundido y derrotado por los ingleses en la batalla de Trafalgar que tan, maravillosamente, nos relató el escritor canario, Don Benito Pérez Galdós, es la Santísima Trinidad.

Y díganme, queridos amigo@s de navarra.com, a que hubiera sido fantástico haber estado en los barcos que protagonizaron el viaje marítimo más importante que se haya realizado jamás. Me refiero a las tres carabelas con las que Cristóbal Colón emprende viaje hacia el Nuevo Mundo. Todos sabemos que me estoy refiriendo a la Pinta, la Niña y la Santa María.

Siguiendo con las naves históricas no podemos obviar aquélla comandada por Magallanes y, posteriormente, por Juan Sebastián Elcano que consiguió una hazaña marítima al ser el primer navío de la historia en dar la vuelta al mundo. La nao Victoria.

Evidentemente, este listado no estaría completo si no mencionase a uno de los barcos más famosos que han existido y que en la noche del 14 de abril de 1912 chocó con un iceberg en su viaje inaugural convirtiéndose en el más conocido naufragio que la historia recuerda.

Este barco, del que todos hemos oído hablar, ha sido llevado a la gran pantalla con Leonardo Dicaprio incluido, así como a diversas y variadas novelas. Efectivamente, estoy mencionando al Titanic.

Hay otras muchas embarcaciones famosas y reconocidas por todos como La Bounty, La Surprise, El Faraón del Conde de Montecristo, El Patna que describe Joseph Conrad ‘tan viejo como las colinas y esbelto como un galgo’, La Hispaniola, goleta que aparece en La isla del tesoro, HMS Beagle con Charles Darwin a bordo o Kon-Tiki, balsa de madera y totora que atravesó el Océano Pacífico de Sudamérica hasta la Polinesia.

Me gustaría hacerles mención especial a La barca de Caronte

A Caronte se le representa como un anciano flaco y gruñón con vestimentas oscuras y antifaz. Según la mitología griega era el barquero que tenía como misión transportar y guiar las almas errantes de los muertos hasta el reino del inframundo. Así pues, el último viaje de los humanos se hacía en Barca.

Podemos recordar que en algunos de nuestros ríos navarros para pasar de un lado a otro de la orilla se utilizaban barcas. En realidad eran, en muchos casos, plataformas flotantes que transportaban personas, carros, caballerías y maquinaria agrícola. Me viene a la memoria la barca de Monrealico en la ciudad de Sangüesa, entre otras.

Espero que hayan disfrutado a lomos de la navegación de este texto.

Les dejo la canción que les mencioné al inicio de esta travesía

Ya saben. Déjense llevar, simplemente, por la corriente.

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