• sábado, 20 de abril de 2024
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Blog / La cometa de Miel

Un niño perdido en el mundo

Por Pablo Sabalza

Es al separarse cuando se siente y se comprende la fuerza con que se ama (F. Dostoievski).

Los niños salen a la calle tras 43 días de confinamiento en casa por la crisis del coronavirus. Miguel Osés
Varios niños pasean por una zona del Ensanche de Pamplona. PABLO LASAOSA

Todos nos hemos perdido alguna vez.

La pregunta es… ¿cuándo?

En mi caso fue en Pamplona

Apenas tenía cinco años. Cinco. Mis padres se volvieron locos buscándome por las distintas arterias que en los años ochenta conformaban Pamplona.

Me encontraron tras una hora, una hora de angustia y desesperación.

Estaba junto a un mendigo. Sentado a su lado. Pedía limosna. 

Él me había acurrucado. Era un pajarito mojado posado en sus manos. 

Fue mi balcón. El lirio más blanco. La posada del infinito.


Se llama Wilton.

Apareció en el desierto de Río Grande. No había indios ni cabalgaba John Wayne por los contornos ni dirigía John Ford ninguna película. Era el siglo XXI. 

Plena pandemia.

Un agente fronterizo vestido del séptimo de caballería le dio el alto.

El pequeño solo sumaba diez años. Llevaba cuatro horas andando solo.

Era una débil rosa por las arenas. Un mapa y una brújula vencida.

El agente al que se dirigió, implorando ayuda, regresaba a casa y señaló que fue una casualidad ir por esa carretera, ya que nunca pasaba por esa zona. Detuvo su coche o su galopar y auxilió al menor. 

Todos vimos ese rescate.

Me he perdido. Me han botado. Iba en un grupo. Susurraba el menor.

Se perdieron todos menos yo (apunto).

Les cuento la historia.

Wilton salió de casa de la mano de su madre. El maltrato físico y psicológico provocado por su marido puso tierra de por medio. Decidió llevarse a su hijo a EE.UU., donde tenía ya la mujer dos hermanos viviendo.

Pagó a 'coyotes' (personas que cobran por pasar de manera ilegal a inmigrantes en la frontera) para ayudarla a ella y a Wilton a llegar a EE.UU. Sin embargo, fueron víctimas de un secuestro en México. 
 

Tu historia no ha acabado. Todavía te queda alguna ranchera por escuchar antes de disfrutar de Frank Sinatra.

Los familiares en el lado estadounidense tan solo podían pagar por la liberación del menor, y no de su madre.

Wilton apareció en el desierto. Solo. Tal y como te apuntaba. Pidiendo ayuda.

De la madre del menor a día de hoy no se sabe nada.

Estoy convencido de que fue ella de alguna manera quien guió a aquel agente para que ese día circulase por aquella carretera y encontrara a su hijo.

Todos nos hemos perdido alguna vez.

Unos cuando éramos niños. Algunos otros, de mayores.

Yo nunca más supe de aquel mendigo.

Siempre que regreso a Pamplona y transito las calles de ‘lo viejo’ pienso en él.

Me gusta pensar que se encuentra en otra ciudad protegiendo a otro niño perdido, a otro niño como Wilton, a otro niño como yo. 

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