- martes, 03 de diciembre de 2024
- Actualizado 13:41
Betsabé Sánchez Ibáñez.
Nacida en tierra canaria.
Fue tu mar y drago, guanches,
de conquista castellana.
Aborígenes guerreros
implantados por la espada
de las nobles carabelas
que arribaron desde España.
Los canes lloraron ríos
-ladridos de pura rabia-
esparcidos y diezmados
por la mano envuelta en saña.
Betsabé Sánchez Ibáñez.
Cubierta estás en sábanas.
Por el día oteas riscos.
Por la noche avistas agua.
Enrique, rey de Castilla,
¿Qué religión purgó tu alma
cuando a principios de siglo
fuiste a conquistar Canarias?
Eran pobres ganaderos.
Las cuevas eran sus casas.
¡Qué te hizo partir, Enrique!
Si nadie allí te esperaba.
El cielo, aquel blanquecino,
contigo se hizo escarlata.
La luna, siempre coqueta,
dejó de ponerse guapa.
Si es que acaso conseguiste
con aquella infame entrada
ubicarte así en la historia…
¡Ahí te quedes con tu fama..!
Betsabé Sánchez Ibáñez.
De este árbol son tus ramas.
Para mí, princesa guanche,
y no sierva castellana.