
- sábado, 08 de febrero de 2025
- Actualizado 19:37
Ha brotado de mí un verso
al escuchar la guitarra
y ver la voz andaluza
que desprende una gitana.
Y así arribó a mi mente
como estrella inesperada
la historia que me contase
la Dulcinea de mi alma.
“…que llegaron tres compares
a la finca ‘Madresanta’
confundidos por la noche…
por la noche y por las palmas.
Pues era joven la luna
en aquella noche aciaga
mezcla de ron y aguardiente
y licores de manzana.
De ellos, uno era el viejo,
quien portaba la guitarra;
los otros dos, tan jóvenes…
y no eran sus voces malas.
Los licores de su sangre
quisieron saltar la valla
donde esperaba la noche
en silencio con dos astas.
Los tres compares atraen
a la improvisada plaza
a una mancha grande y negra.
Fue su dicha la llamada.
Pues no tuvo otra ocurrencia
el del acné aún en la cara
de citar la noche negra
con un pañuelo de gasa.
Fue a las diez y treinta y siete.
Tejía la luna un arpa
que con los dedos el viento
convertía en serenata.
Alzó su duda la bestia
con su furia y con sus patas
arremetiendo con tino:
Pañuelo, cuerpo y estampa.
¡Ay, que ya muere de frío
el más joven de la gala!
Si ya lo dijo el poeta:
‘Polvo somos al ser nada’.
Los robles que están presentes
cubren sus rostros con ramas.
Los búhos y las lechuzas
cierran los ojos y callan.
El otro joven, -el flaco-,
quiso evitar la batalla
pero los cañones trotan
con dos puntas en sus balas.
Su rostro se le asemeja
a aquél que Munch retratara.
Es su grito silencioso
mas resuena en sus entrañas.
Ni azucenas ni jazmines;
ni tomillos ni lavandas;
suplen el olor gestado
que deja al paso la parca.
Se ha roto porque se ha roto
el embrujo y la magia
que trajesen los compares
con su voz y su guitarra.
Muere de miedo y muere
antes de cruzar la valla
el de las canas níveas
y la cara sonrojada.
El ‘Requiem’ de Mozart luce
en la finca ‘Madresanta’.
Vestido de plañidera
se retuerce el pentagrama.
Se tumbó a soñar la noche.
Los arpones ya descansan
mientras las moscas vigilan
los yertos cuerpos sin alma.
Tiempo sin aire camina
bajo la luna enlutada.
Ya se dibuja en los albores
el lienzo de la mañana.
Tres estrellas sobre el cielo,
-joven, flaca y sonrojada-,
toreó la noche negra
en la finca ‘Madresanta’.”
Son las diez y treinta y siete
y ya acaba la gitana
y con ella el recuerdo
que me evocase a mi amada.