• miércoles, 04 de diciembre de 2024
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Opinión / El zurriago de Oteyzerena

Patrias, banderas y leyes

Por Carlos Jordán

Recientemente y por recomendación de Reverte cayó en mis manos el prólogo de "A sangre y fuego" de Manuel Chaves Nogales,

algo que hasta esta semana, con la vuelta a las discusiones sobre las banderas y la patria con las que los nacionalistas se empeñan en hacer su propio apartheid, no creí que tuviese valor más allá de una mera lección romántica.

Pero ha querido la suerte que esta semana que Uxue Barcos, nuestra infame presidenta, me haya hecho ver lo importante de esa lección y lo poco anticuada que está.

Para empezar el enfoque de los nacionalistas es un despropósito por equipararnos a nosotros los vascones (nava-yerri que decía el Príncipe de Viana) con los várdulos, los caristinos y los autrigones que formaban las provincias vascas prehistóricas. Pero tampoco podemos esperar nada inteligente de quién han sido educados como un rebaño sumiso, una secta que se comporta tal y como anunció Mark Twain.

Por otro lado a quienes les acompaña la verdad y la historia, no encuentran otra manera de actuar que del mismo modo que los nacionalistas, por imposición y escudándose en la ley como verdad inquebrantable. Una ley por otro lado engendrada por una nada democrática regulación y que puede cambiar del mismo modo que se cambia de políticos cada cuatro años.

Seguramente, si Franco levantase la cabeza, antes de volvérsela a meter en la tierra a palazos, se quedaría satisfecho por los frutos de su paternalismo, no hay partido en este país que no se acoja a su doctrina "Yo sé que se necesita", Bildu, IE y Podemos pueden justificarse con su ideología totalitaria comunista ya que por el momento está bien vista pese a ser lo mismo que el fascismo y el nacionalsocialismo que nutrieron el proyecto franquista, el PSOE anda a medio camino por ser un comunismo descafeinado (los mencheviques de la época) pero es sorprendente ver cómo se acogen al totalitarismo las ideologías que se venden como liberales.

¿Qué tal si la derecha se quita la boina, sale de su zona de confort y hace un proyecto patriótico diferente al nacionalista? Sólo hay algo más advenedizo que un patriotismo vacío y es un patriotismo prostituido institucionalmente, que es lo que hacen a día de hoy nuestros políticos.

¿Quién compra un juguete roto para su hijo? ¿No es pues más inteligente crear un valor a nuestra patria que haga ese proyecto atractivo al individuo que perder el tiempo con una minoría trasnochada?

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