- miércoles, 11 de diciembre de 2024
- Actualizado 17:48
El Partido Socialista ya empieza a asomar la patita de cara a las elecciones generales del 20-D. Para empezar, y ya es costumbre, ataques a la religión católica y a los acuerdos del Estado con la Santa Sede. No se entera el señor Sánchez que España es constitucionalmente un Estado aconfesional y le recuerdo que voluntariamente el 70 por ciento de los padres de este país piden clases de religión católica para sus hijos en la escuela.
Pero dejemos este asunto para adentrarnos en algunos conceptos del economista Sánchez. Lo más llamativo es que teniendo su formación insista en subir el salario mínimo como fórmula para aumentar el empleo. En este punto coincide con el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que en este sentido apela al modelo danés, cuando éste ni siquiera tiene salario mínimo, ni indemnizaciones por despido.
Parece mentira que no haya reflexionado Sánchez sobre este particular. Está sobradamente comprobado y además es de sentido común que si se ponen trabas, en este caso se aumentan las remuneraciones, de entrada al mercado laboral, éste se dificulta. Es que no sabe Pedro Sánchez que un salario de 1.000 euros netos hay que sumarle casi otros 1.000 euros en impuestos y cotizaciones a los que han de hacer frente los empresarios.
Lógicamente, si un empresario quiere contratar a una persona joven o con poca formación, para una punta de trabajo o no, si tiene que pagarle unos 1.300 la contratará más fácilmente que si tiene que pagarle casi 2.000. El empresario se lo pensará y esperará un momento más adecuado para ampliar la plantilla.
Es preocupante además que Pedro Sánchez esté adoptando el lenguaje antiguo y rancio del comunismo de Iglesias. El secretario general del PSOE habla de clase trabajadora, a la que dice que no le va a subir impuestos. Primero habría que preguntarse qué entiende el señor Sánchez por clase trabajadora.
Que yo sepa hoy, en el año 2015, trabajadores son 17 millones de españoles. Dónde va a poner el PSOE el listón para separar a los trabajadores. Ganar, por ejemplo, 30.000 euros al año, un salario común entre profesionales o funcionarios cualificados, ¿le parece a Sánchez un salario excesivo al que hay que machacar con más carga impositiva?
El cuento de que todo lo va a solucionar acabando con el fraude fiscal y con esa otra idea maniquea según la cual los ricos no pagan impuestos, está ya sobradamente explicada en este país. El Impuestos sobre la renta es progresivo y paga más quien más gana. Tendrá que decir entonces quienes a su juicio pagan poco y si por pagar poco se entiende que Hacienda se lleve la mitad de lo que ganas. Son los primeros escarceos, pero ya el PSOE apunta maneras, las mismas que nos hicieron ahondar en una crisis que llevamos padeciendo ocho años.