• jueves, 18 de abril de 2024
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Opinión /

Escarnio para los católicos

Por Editorial

La exposición con 242 formas consagradas obtenidas, según el autor, en Eucaristías, y con las que ha formado la palabra pederastia, trasciende los límites de la libertad de expresión en las artes
 

Más allá de la provocación buscada –y obtenida– por el artista, la cuestión radica en que la exposición no solo es irreverente y rayana en la profanación y el sacrilegio, sino que se adentra en lo más hondo de las creencias religiosas al hacer befa de uno de los dogmas sagrados del catolicismo: la transubstanciación, que consiste en la transformación, durante la consagración, de la hostia en la carne de Cristo y del vino en la sangre de Cristo.

Sabido es que los tribunales españoles amparan la libertad de expresión artística, que goza de unos márgenes muy amplios y que, por ello, se toleran trabajos irrespetuosos, ofensivos e insultantes. De ahí que sea difícil incardinar estos hechos dentro del artículo 525 del Código Penal, que castiga con pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.

El artista tiene al alcance de su mano la solución. No es cuestión de censura ni de intolerancia. Motu proprio debería retirar esa parte de la exposición porque hiere de forma innecesaria y gratuita las creencias y convicciones religiosas de multitud de personas. La creatividad artística en modo alguno debe rebasar la frontera del escarnio de los dogmas y creencias religiosas.


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