• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión /

La educación de Sofía

Por Fermín Alonso

Esta vez no escribo estas líneas como concejal, ni siquiera como miembro de UPN. Las escribo como padre de Sofía.

Sofía es una niña maravillosa, feliz y sonriente como deberían poder ser todos los niños. Le encanta correr, cantar, saltar, jugar… nos agota cada día de la manera más maravillosa posible.

Es bromista  y la niña más inteligente del mundo, como seguro pensamos todos los padres de nuestros hijos, especialmente los que somos primerizos y creemos ver en cada gesto un destello de genialidad.

Nació el 19 de febrero de 2013, por lo que entre el 15 y el 19 de este mes la matricularemos para que comience su etapa escolar. El cole de mayores, como le decimos.

Por eso, a la evidente preocupación que como ciudadano y cargo público siento por la obsesión de Barkos contra la educación en inglés, debo sumar la desazón que me produce como padre su campaña contra el PAI, contra la enseñanza en inglés.

Me gustaría que Sofía pudiera estudiar en una educación moderna con vocación de excelencia en la que desarrollar todas sus capacidades y no en el campo de batalla político en el que sus decisiones unilaterales la han convertido. Me produce una lástima infinita que mi hija inicie su camino escolar en una educación que pretende declarar proscrito al inglés, como algunos declaraban subversivos y peligrosos algunos libros para sus naciones.

Quiero que mi hija pueda aprender inglés, no sólo por las posibilidades laborales que este idioma aporta, sino porque supone una verdadera puerta abierta al conocimiento de realidades y culturas distintas, porque además de formarle, le va a ayudar a ser una persona más abierta y tolerante.

No entiendo sus constantes ataques al PAI, porque suponen un insulto no sólo a los docentes que lo desarrollan, sino también a los miles de padres que han matriculado a sus hijos (a lo más importante de sus vidas) en este programa y a todos aquellos que queremos hacerlo. ¿Se cree que estamos locos o simplemente se estiman Mendoza y Barkos más inteligentes que todos nosotros? Creo que ni una cosa ni la otra, creo que lo que se esconde detrás de este desmontaje a marchas forzadas de la enseñanza en inglés es simplemente una miserable estrategia política.

Por eso a la preocupación por elegir el mejor centro posible, se suma mi inquietud por el sistema educativo en el que se van escolarizar mis hijos durante los próximos años (porque dentro de dos, le tocará también a Gonzalo) y el miedo a su sectarismo.

Al contrario de lo que Barkos y sus socios nos plantean, quiero para Sofía y Gonzalo una educación abierta que le dé todas las herramientas para ser libre y responsable , que le llene la mochila para poder elegir el camino que ella quiera el día de mañana.

Quiero inglés y no quiero tener que vender un riñón para conseguirlo mandándole a Irlanda como la presidenta. De hecho, quiero poder elegir euskera, inglés o francés, alemán o chino… pero quiero poder elegirlo, sin imposiciones.

Quiero libertad para poder elegir el centro que quiera, sin que haya opciones de ricos y opciones de pobres (aunque con su subida de impuestos casi todos vayamos a ser un poco más pobres).

Me gustaría una educación que permita a mi hija explorar y aprovechar todas sus capacidades, que seguro serán distintas al niño que tendrá en el pupitre de al lado, sin que eso signifique que uno es mejor que otro. Aspiro para Sofía, en definitiva, a una formación que no le haga igual a ese niño, sino que le enseñe a ser ella misma y a disfrutar con quien es diferente.

Y quiero también que mi hija aprenda y sepa a apreciar las tradiciones de su tierra, pero también a observar con curiosidad otras culturas, sin considerar una mejor que otra simplemente porque sea propia.

Sé que esos valores los hemos de sembrar en casa, pero es inevitable que se promocionen también en el colegio al que vaya.

Desde luego, tengo claro que no quiero que le hagan encuestas preguntándole si se siente vasca, si cree que para sentirse vasca hace falta saber euskera o si es mejor aprender euskera que inglés, como hemos conocido que ahora se hacen en nuestra tierra sin que a nadie en el Gobierno le parezca mal.

Por eso me asusta cuando, después de escuchar a Barkos decir en su toma de posesión que la educación sería su obsesión, veo qué ha hecho en estos meses en la materia. Se han esforzado más en detener y paralizar desde la imposición que en mejorar y encima ahora reconocen que la “moratoria”  va a ser para tres años, es decir, va a ser paralización.

En Pamplona una concejal de Aranzadi (Podemos) nos alertaba en un debate de “los riesgos” (sic) del PAI, pero créanme, las familias que deseamos matricular a nuestros hijos en el PAI no estamos locos.

Respeten la libertad de los padres y el buen trabajo de los centros y sus docentes; no detengan la enseñanza en inglés, mejórenla, y trabajen para que los niños estén más preparados y aprovechen todo su potencial… no para sus obsesiones.


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