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Opinión /

Las tres opciones de la pasarela de Labrit de Pamplona

Por Fermín Alonso

Cuanto más se acerca la fecha de la prueba de carga y de la posterior apertura de la conexión peatonal, más grita y exagera el nuevo tripartito de Asirón.

Pasarela peatonal sobre la Cuesta del Labrit de Pamplona, cerrada debido a sus problemas de construcción y seguridad (10). IÑIGO ALZUGARAY
Pasarela peatonal sobre la Cuesta del Labrit de Pamplona, cerrada debido a sus problemas de construcción y seguridad (10). IÑIGO ALZUGARAY

El derribo de la pasarela de Labrit fue el último conejo que Bildu trató de sacarse de la chistera para intentar evitar un descalabro electoral que se veía venir casi desde el inicio de la legislatura de Asirón y que se confirmó unos meses después de anunciar sus planes de demolición.

Hasta tal punto llegaba su obsesión que uno de los últimos expedientes aprobados por su equipo de Gobierno, el 6 de junio de 2019, 10 días después incluso de haber perdido las elecciones y una semana antes de que el nuevo alcalde fuera nombrado, fue el pago de un proyecto de derribo de la pasarela.

Y así han seguido.

La realidad es que la pasarela presentaba problemas de proyecto y ejecución. Pero a partir de ahí el Ayuntamiento podía tomar tres caminos.

Uno, el de Bildu, basado en la obsesión y el interés político, consistía en  tirar la pasarela e ir a tribunales a reclamar el coste original de la pasarela y los gastos realizados hasta ese momento (800.000 euros) con dos informes teóricos y contradictorios entre sí. Uno decía que la pasarela podía repararse y el otro que no y, además, diferían en la naturaleza de sus fallos. Como guinda, pretendían deshacerse del cadáver (tirar rápidamente la pasarela), no fuera a ser que alguien pidiera una autopsia que desmontase su postura.

Y mientras los tribunales decidían, anunciaban construir otra pasarela que hoy costaría cerca de los dos millones de euros.

Por resumir, tenían un coche que fallaba y en lugar de reclamar su reparación, querían que les pagasen lo que les costó hace 10 años y comprar otro a precio de hoy, mucho más caro. Para eso se basaban en dos informes, uno que decía que era un problema de motor imposible de reparar y otro que aseguraba que era de amortiguación y que se podía solucionar. Y para colmo, por si acaso, antes del juicio, quemaban el coche para eliminar las pruebas. Éxito seguro.

La conclusión es que con toda seguridad los tribunales, con información teórica y sin pasarela que peritar, no nos darían la razón y el Ayuntamiento habría pagado una nueva pasarela, además de informes, proyectos, derribo de la actual, etc… sin ver un duro. Un gasto de más de dos millones de euros, el doble del coste de la reparación.

La postura del PSN es similar, ir a tribunales con esos informes contradictorios, pero dejar la pasarela cerrada y oxidándose hasta que a los seis, ocho… o los años que fueran entre recurso y recurso, hubiera una decisión judicial definitiva. Como si uno tiene goteras en casa y no hace nada hasta ponerse de acuerdo con el seguro, pasando años con la cocina inundada.

La esperanza de éxito también sería limitada, pero aquí al menos no se eliminaba la pasarela y los seguros podrían pedir en el juzgado nuevas pruebas sin alegar indefensión.

Sin embargo, solo con esos informes contradictorios lo más probable es que tampoco viéramos un euro. Mientras, el tránsito peatonal entre el Casco Antiguo y el Ensanche seguiría cerrado durante más de una década.

El equipo de Gobierno del Ayuntamiento ha seguido un camino distinto. En primer lugar, hacer una prueba de carga y analizar la realidad de la estructura de la mano de un organismo independiente y de prestigio como el Colegio de Ingenieros de Navarra y una vez confirmado que es posible, repararla.

Esa decisión nos ha permitido tener una cuantificación exacta de las cantidades a reclamar con precio de hoy, no de hace 12 años.

La reparación, cada vez que se levanta una chapa, también nos ha permitido detallar cada uno de los errores que presenta, que efectivamente en cuanto a ejecución y dirección de obra son mayores de los que preveíamos inicialmente.

La suma de hasta el último euro que vamos a reclamar ya no se va a sostener en dos informes contradictorios sino en un acta notarial, en un estudio del Colegio de Ingenieros y en los detallados y documentados informes de los técnicos encargados de la reparación que no hubieran existido si no hubiéramos abierto las tripas de la pasarela para repararla.

Así, la reparación de la pasarela, con una prueba de carga que garantizará su seguridad y su viabilidad, no solo resulta mucho más económica que hacer una pasarela nueva, sino que además la posición jurídica de la ciudad es incuestionablemente más sólida.

Por eso, cuanto más se acerca la fecha de la prueba de carga y de la posterior apertura de la conexión peatonal, más grita y exagera el nuevo tripartito de Asirón (Bildu, PSN y Geroa Bai); más insultan y manipulan en un histérico intento de empañar lo que, objetivamente, es una buena noticia para nuestra ciudad y especialmente para los dos barrios que conecta.


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