Ya ha abierto el alikate Asirón la cuesta de Beloso. El otro día la subí corriendo, como hacía antes, aunque entonces, cuando tenía árboles y sombra, la subía más a gusto.
Por curiosidad, miré en Strava cuántas veces la he subido corriendo en los últimos dos años: 71 veces. Ahora es terrible. Una plancha de cemento de un kilómetro de largo, a pleno sol, con un guardarraíl cilíndrico de dimensiones obscenas. La zona más próxima al Seminario, con tanto metal, parece Mónaco un fin de semana de Gran Premio de Fórmula 1. El conjunto es desolador, agorafóbico, desquiciado. Este diseño es absurdo.
Cuando se puso a talar decenas y decenas de árboles, pensé que, después de esta salvajada, al menos tendríamos una acera inmensa para pasear. Al volver a subir Beloso, descubrí que el espacio destinado a los peatones es aún más estrecho que antes, que ya era bastante reducido ¿Cómo puedes montar semejante cisco durante más de un año para dejar un ridículo pasillo para el peatón, donde te molestas al cruzarte con dos personas?
Es flipante: semejante derroche de dinero público para que la acera sea más estrecha. Si ves las imágenes que el propio ayuntamiento ha colgado en sus redes, no caben cinco personas en paralelo, hombro con hombro, por ella. Es decir, dos peatones por sentido, mientras que a la bici, con un uso residual, le han dado una sobredimensión de espacio —asfalto negro y más asfalto negro— delirante. El resultado es algo semejante a las típicas autopistas de Corea del Norte, inmensas, por las que no circula nadie.
Queda claro, viendo el despropósito que acaba de inaugurar, que el alikate, vecino de Cizur, profesor en la ikastola de Cizur, no conoce Pamplona, no la ha paseado jamás. Si la paseara, sabría que Beloso necesitaba más espacio para el peatón. No sé para quién está montando su Irroña, supongo que para las constructoras amigas, que son las que cobran estas obras, porque para las personas y su comodidad no es.
Luego están las explicaciones del ayuntamiento, aún más lisérgicas que la ejecución del asunto. Sueltan cifras por soltarlas, que el papel lo aguanta todo: 50.000 usuarios.
Venga, dale. Usuarios, que no ciclistas, ojo, ahí está el truco. Ni el ayuntamiento cree en la autopista que ha montado en Beloso, porque todo ese flujo de centenares de ciclistas, que afortunadamente solo existe en la imaginación de algunos dementes, desemboca en el parque de la Media Luna, con una línea discontinua pintada en el suelo, lo que supondría un peligro para las personas. Obviamente, son cifras truchas, pero qué más da. Lo importante era hacer una autopista para bicis que nadie va a usar, porque la ciudad del alikate Asirón, como su proyecto territorial, Euskkkalerría, solo existe en su neurótica cabeza.
El amor por las autopistas urbanas del alikate Asirón algún psiquiatra nos lo tendría que explicar. Es como el despropósito de Pío XII, llenándola de bordillos, suprimiendo la posibilidad de detenerse, convirtiéndola en una vía impermeable de circulación, es decir, otra autopista. Las vías urbanas se caracterizan por permitir que los coches se paren para subir y bajar personas y cosas, lo que, además, reduce la velocidad media de circulación.
Lleva años pensándose cómo convertir la antigua variante en una calle, y en un par de meses, el lumbreras de Asirón ha convertido una vía urbana como era la avenida de Pío XII en una variante. Cojonudo. Lo sacas de la ikurriña y de abrazar etarras, que eso se le da muy bien, y lo único que hace es cagarla. La virgen, menuda calamidad de alikate es Asirón. Y eso es todo.
