• miércoles, 12 de noviembre de 2025
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Opinión / A mí no me líe

BSH cierra en Navarra mientras abre en Zaragoza: el aberchandalato foral celebra su ruina

Por Javier Ancín

"En cualquier sitio con un mínimo de sentido común, levantaría alarmas. Aquí no. Aquí el aberchandalato foral, con Txibite a la cabeza, te dice que no pasa nada, que son cosas de los fachas".

Una camiseta de protesta por el anuncio de cierre de la BSH en Esquíroz. IÑIGO ALZUGARAY
Una camiseta de protesta por el anuncio de cierre de la BSH en Esquíroz. IÑIGO ALZUGARAY

Te lo venderán como sea. La política progresista barra aberchándal solo va de eso: de venderte monsergas. De envolver la ruina en palabras. Pero la realidad, esa cosa incómoda que se cuela entre pancartas y discursos, tras una década ya de aberchandalato, es que algo en Navarra no funciona.

BSH decidió cerrar su planta en Navarra. Una planta operativa, viva, con sus paredes, su ritmo, sus trabajadores, sus máquinas. Para —ayer nos enteramos— ampliar la que tienen en Zaragoza. Es decir: construir desde cero. Nuevo suelo, nueva maquinaria, nuevos empleados. Todo desde el principio.

Las empresas son cosas prácticas: si conviene, se abre; si no, se cierra. No hay sentimentalismos, ni banderas, ni pancartas que cambien eso. No hay 1512 aquí, solo beneficios y pérdidas contantes y sonantes.

Y ahí está lo más flipante: que no convenga tener una fábrica en Navarra y sí convenga tenerla al otro lado de una línea en el mapa. Una raya imaginaria separa lo rentable de lo inviable.

Navarra, teóricamente, tiene algo que debería jugar a su favor: la capacidad de fijar su política fiscal. Un privilegio que Aragón no tiene. Y, aun así, la empresa elige Aragón.

Eso, en cualquier sitio con un mínimo de sentido común, levantaría alarmas. Aquí no. Aquí el aberchandalato foral, con Txibite a la cabeza, te dice que no pasa nada, que son cosas de los fachas. Navarra va como un tiro, apostillan. Sí, en el pie.

Porque lo importante no es el empleo, ni la inversión, ni el futuro. Lo importante es el relato. Las empresas se van, pero el aberchandalato celebra victorias. Les da igual que se hunda el tejido industrial mientras puedan gritar “faxismo kanpora”.

Con herramientas para ser un paraíso, han decidido ser un infierno. Y, encima, sonríen. En cualquier otro lugar, cerrar una planta sería como apretar el botón del pánico. Aquí nadie protesta. Nadie sale a la calle. No se exige a su gobierno nada. Todo ha ocurrido con una docilidad entrañable. Irroña no se levanta por su empleo. Irroña solo arde —literal, además— contra Vito Quiles, ese moñeco de internet, como dice Aparcachiquis, que va con un micro y hace preguntas incómodas a los gobernantes.

Los oyes hablar y parece que el cierre de una fábrica es una buena noticia. Un triunfo del decrecimiento o algo así.

—No te he contado. Vendí la furgoneta hace tiempo. Aquella con la que nos íbamos de finde al Pirineo o a la playa de las Landas, cuando éramos jipis y no queríamos participar del modelo capitalista de hoteles. La vendí por una bici vieja, para moverme por Irroña, pero porque quiero, por el bien del planeta. Me ahorro una pasta en gasóleo.

—¿Y qué haces con lo que te ahorras, tío? ¿Lo donas a alguna buena causa?
—Bueno, en realidad no lo ahorro. Esa pasta no existe. Es que no me llegaba, pero ahora, con la bici, ya me vuelve a llegar. Pero por el bien del planeta, ¿eh? Que el turismo que antes hacíamos felices es muy malo y nos estábamos cargando las dunas de Capbreton. Mejor en casa —responde mientras se rasca la espalda, a la altura de ese tatuaje verde de los 90, tan descolorido como el saldo de su cuenta bancaria—. Ahora ya, sin ese gasto, por el bien del planeta, quedándome en casa, ya me llega.

Navarra podría ser Suiza, pero ha decidido ser una escombrera. Txibite y sus aberchándales tienen el mecanismo para atraer riqueza y lo usan para espantarla. Tienen autonomía fiscal, pero la manejan solo para que vivan bien las asociaciones amigas y sus cargos y cargas públicas.

“¡La mayor recaudación de impuestos de la historia!”, se regodean. El PSOE en Navarra utiliza los privilegios forales no para mejorar la vida de la gente, sino para apuntalar su chiringuito.

Y el votante aberchándal, feliz: “Es kara la kakatua y faxismo kanpora”. Puñito en alto, mientras el futuro se nos escapa en un tren que aquí hace tiempo se decidió, por parte de los aberchándales, que no tenía que pasar.

Resumiendo: Zaragoza abre y Navarra cierra. Zaragoza fabrica lavadoras, Navarra razones para marcharse. Y eso es todo.

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