Pasear con un gintonic en vaso ancho de cristal por Pamplona, buscando los hitos del sanchismo de Txibite, superponiéndolos a los grandes logros del PSOE de Roldán y Urralburu, viendo dónde casan, es una maravilla de la memoria histórica.

El sábado salí de juerga con unas buenas personas. Como somos señoros, la vida nos ha atropellado y estamos completamente desubicados en la noche pamplonesa. Al ver que la música no nos sonaba y solo nos miraban los policías dejamos los garitos de los jóvenes al segundo gintonic. Por lo menos no estamos en el geriátrico del concierto de Muguruza, ese Maria Josu y su triquiticha para aberchándales jubilados haciendo las maletas para Benidorm, me dije. ¿Por qué a todos estos funcionarios batasunos del rock radical basko se les ha puesto cara de tía Enriketa cerrándose enérgicamente la bata de boatiné? Quién no se consuela es porque no quiere.
Como socialistas en plena forma, distrajimos los vasos sin mayor problema de los porteros y fuimos a donde ponían canciones que conocíamos. ¡Vivan los 90! En Pamplona tenemos 90 para aburrir.
Pasear con un gintonic en vaso ancho de cristal por Pamplona, buscando los hitos del sanchismo de Txibite, superponiéndolos a los grandes logros del PSOE de Roldán y Urralburu, viendo dónde casan, es una maravilla de la memoria histórica. El alcalde del partido de la ETA, que se quiere acordar de todo menos de los asesinatos de su ideología, podría poner txapas para facilitar el periplo al personal.
Mirad, en este palacio de la Diputación entró Urralburu con 34 años y Txibite con 41; uno salió para ir a la cárcel y la otra, como se descuide y haya firmado algo que le puso delante Santos Santos, yo te canto Santos de mi devoción Cerdán, también.
Aunque, como bien dice Heráclito, no te bañas dos veces en el mismo río de la corrupción del PSOE, se le parecen bastante. Si bien Servinabar no existía en aquellos años primigenios del chanchullo del PSN, la sede socialista del Paseo de Sarasate, mírala, mírala, abre la muralla y la faltriquera, ya estaba allí, viendo pasar el tiempo y los trinques.
Nuestra cuadrilla parecía sacada de Luces de Bohemia o de los Metales nocturnos, pero en vez de gabanes o vaqueros con americana y mocasines, como Francisco Umbral, nos calzamos con zapatillas Gazelle y Converse Chuck. Alguien con talento debería escribir una epopeya de madrugada como esas, ambientada en la Irroña aberchándal decadente actual; se iba a forrar. Ramírez que no consigue salir de la pizzería/Senado y Coronalzórriz que no es capaz de entrar, no atina con la llave, maldiciendo a la cerradura fascista. Cosicas así, ideas, esbozos… ahí lo dejo.
Acabamos haciéndonos fotos, por las risas, en San Nicolás, manda cojones que Servinabar esté frente al bar El Tinglado, y la sede del PSOE del Paseo de Sarasate, llegando después a Merindades, frente a la Delegación del Gobierno que fue ocupada del 82 al 86 por don Luis Roldán, un antihéroe socialista de nuestro tiempo.
Fotos con pose “ey, bro”, que como salgan a la luz pueden acabar con mi carrera política. Aún me calzan a mí la primera sanción del asunto este de los del PSOE por beber en vaso de cristal en la vía pública.
Como ya estoy calvo y tengo unas barbas más espesas que las mañanas de Coronalzórriz —otro calvo, pero este con reimplantes—, me tocó hacer de Luis Roldán. Los guapetes, de Urralburu; los feos con pelazo, de Txibite. Un esperpento.
Nos faltó entrar en una Consejería como Max Estrella entró en un ministerio a reclamar su paguita, pero como ninguno de los que íbamos hablamos euskera más allá de lo que lo habla la mayoría de aberchándes —telefonoa eta autobia—, nos fue denegado el acceso y la subvención.
Podríamos montar un tour turístico por Irroña para sacar pasta, dramatizado con los grandes personajes del PSOE, añadiendo visitas a locales míticos: del Cream y el Ópera en San Juan, el que estaba al lado de la cárcel, al Pompaelo de lo viejo, pasando por el Rosalex de allí abajo, por donde la Upna, con p de pública, que no de pu… bueno, dejémoslo aquí. Por fin podríamos dar lustre a la mítica frase de Shakespeare: Navarra será el asombro del mundo. Lo malo es que habría que cambiar de actores recurrentemente; no hay hígado ni tabique nasal que aguante semejante trote progresista.
Al menos aquellos del PSN vestían mejor que Coronalzórriz, ese hortera que confunde lo caro con lo elegante, y no les hizo falta regalar la alcaldía de Pamplona al partido de la ETA para hacer lo que todo socialista de bien ha hecho en su historia de cien años de honradez y cuarenta de vacaciones: Adjudicar obra pública guiño-guiño-codazo. ¡Gora Suiza eta Republika Dominikana Askatutak. Y eso es todo.