De un día para otro, aparecieron todos a la vez con el pañuelo palestino al hombro. Ridículo. Una pasarela en el Parlamento Foral.

De un día para otro, aparecieron todos a la vez con el pañuelo palestino al hombro. Ridículo. Una pasarela en el Parlamento Foral.
Tú busca el dinero. Busca el dinero, que es lo importante. Detrás de todo está la pasta.
Y ni te cuento el dineral que se mueve detrás de esas causas grandilocuentes —nobles,
las llaman— y lejanas, siempre arropadas por “buenas personas” que, en realidad, no
hacen nada. Detrás de todo eso hay una morterada de no creer: millones y millones de
euros.
Si quitas la paja de los pringados que se manifiestan gratis —ahora los estudiantes, y si
pudieran sacarían hasta los bebés de las guarderías— y buscas quién los ha lanzado a
la calle, siempre encuentras el grano: la pasta.
De un día para otro, aparecieron todos a la vez con el pañuelo palestino al hombro.
Ridículo. Una pasarela en el Parlamento Foral. Ahora que se ha muerto Armani, alguien
tenía que coger el testigo. La izquierda navarra lleva gobernando esta txarka diez años,
dejando esto hecho una kloaka. Y ahí los tienes, todos uniformados, como figurantes
de comparsa para seguir ganando dinero.
No faltó ni Coronalzorriz: defenestrado, pero poquito, que ahí sigue, mamando euros
del PSOE a dos carrillos. Y eso después de habérselos hecho mamar hasta a su pareja,
enchufándola en la empresa de Cerdán.
Si yo fuera, además de cínico, una buena persona, haría lo mismo que ellos. ¿Queréis
mantel de cuadros al hombro para ser buenas personas? Pues mantel de cuadros.
¿Qué más me da si yo estoy aquí solo por la pasta? Si mañana, para seguir ganando,
hay que ponerse el braguero de los luchadores de sumo japoneses, pues venga: pañal,
moño y a correr. El sobrepeso, los del PSOE ya lo llevamos de serie.
¿Y de dónde salieron todos esos pañuelos? ¿Los tenían en casa, como los de San
Fermín? No, claro. Alguno igual bajó al trastero y rebuscó entre los restos de la
solidaridad con los saharauis —a los que acaban de regalar, las “buenas personas”, a
Marruecos—, junto a los disfraces de Nochevieja.
—Oye, llama a los de comunicación, los chicos de los recados que sirven para todo en
la fiesta política. Que nos consigan unos pañuelos. Rápido, coño, que nos jugamos la
pasta. Para mañana los quiero listos. Quedamos en el bar de siempre, los repartís y
entramos todos juntos. Avisad a la prensa para que nos saquen bien guapos. ¿Dónde
se compran? Yo qué sé… en algún chino. ¿Tengo que hacer yo tu trabajo? Como no los
consigas, a la puta calle. Y me da igual que seas sobrino de quien seas: sobrinos como
tú tenemos a patadas en la izquierda.
Los que hemos visto alguna vez los entresijos sabemos que así se fraguó el asunto.
Para que los políticos parezcan “buenas personas”, siempre hay un pobre diablo
recorriéndose Pamplona de bazar en bazar buscando pañuelos palestinos. Me lo
imagino jurando en hebreo: “¿Por qué el tío Patxi no me enchufaría en el sindicato,
que allí llevan diez años tocándose los cojones?”. Y eso es todo.