- sábado, 14 de diciembre de 2024
- Actualizado 20:16
Llevamos varios días viendo al equipo de opinión sincronizada dándolo todo para que el ciudadano medio tenga una opinión negativa de las protestas del sector primario.
El sector agroganadero es un pilar de vital importancia para Navarra, siendo muchas veces el único motor de la economía en las zonas rurales que es capaz de mantener a la población en el territorio.
La sociedad no puede ni debe mantenerse impasible mientras uno de los sectores más importante de nuestra Comunidad se deteriora por la aplicación de normas imposibles de cumplir que merman considerablemente la capacidad de producción de nuestros agricultores y ganaderos.
El campo se muere y hay que salvarlo facilitando el relevo generacional, que es casi inexistente. No puede ser que un joven que se incorpora necesite un capital de más de un millón de euros para sacar poco más del SMI.
Si uno ha visto la televisión estos días, se habrá hartado de ver burlas e insultos a los agricultores y ganaderos que están saliendo estos días a manifestarse. No deja de ser paradójico cuando la inmensa mayoría de personas en este país tenemos o hemos tenido familia en el campo.
Hablando con ellos se descubre que muchos de ellos a lo mejor que pueden aspirar es a que llueva y se salve la campaña, a que su variedad de frutales recién plantados no pase de moda y no tenga que arrancarlos o a que la hortícola que ha sembrado ese año tenga buen precio. Una auténtica ruleta rusa. Susto o muerte.
Esto es consecuencia, entre otras cosas, de la baja rentabilidad que acumulan la mayoría de las producciones, y que va bajando año a año. Tenemos precios del cereal, por poner un ejemplo, similares a los de hace 40 años. Sin ajustar al IPC, una barbaridad.
No sé si el lector estará familiarizado, pero estos días que se han sacado los tractores a las carreteras, hubo quienes desde la izquierda se atrevieron a sacar una correlación entre los agricultores y los ricos simplemente con el argumento de que los tractores cuestan mucho dinero. «Empresarios del campo» los han llamado en un claro menosprecio urbano-obrero-sindical. Espera a que se enteren de cuánto cuesta el total de la maquinaria entre arados, cosechadoras, rotativas, cubas o remolques.
Toda la vida diciendo que la tierra para el que la trabaja y cuando por fin descubren que eso se cumple en un amplio número de casos, los desprecian llamándolos terratenientes. La izquierda no quiere el bien para el trabajador, quiere que sus amos vivan en una burbuja, sin oposición.
Lo peor es la frialdad imperturbable de la ministra Teresa Ribera hablando con su habitual altivez autoritaria: “los agricultores están siendo manipulados y deberían apoyar más el Plan Verde”. El paternalismo es mareante. Los agricultores no saben lo que les conviene, pero la ministra de Transición Ecológica sí, vaya por Dios.
Desde los partidos políticos deberíamos reivindicar el carácter estratégico del sistema agroalimentario español, su aportación a la economía y la vida en el ámbito rural.
Eso ayudaría a reforzar la imagen de España en los mercados, como país atractivo por la calidad de los productos alimentarios, la seguridad de sus alimentos y el alto valor de nuestra gastronomía.
Para no incrementar nuestra dependencia de terceros países es necesario mantener el tejido agrario y la rentabilidad de nuestras explotaciones, así como no aprobar ninguna norma que suponga restricciones a la producción o la disponibilidad de alimentos. Tampoco vendría mal revisar los acuerdos comerciales con terceros países a fin de incorporar avances ambientales y flexibilizar, con carácter urgente, las restricciones aplicadas a los agricultores y ganaderos en Europa.
Por último, no estaría de más, ya que estamos reivindicativos, que exijamos al Gobierno el compromiso de no crear nuevos impuestos, ni aplicar más cargas adicionales a ninguno de los agentes de la cadena alimentaria.
Sin el campo, estamos muertos. Ellos son el origen de nuestra alimentación y el pilar de la vida en nuestro país. Menospreciar sus protestar o hacer oídos sordos sólo puede tener como consecuencia nuestra propia destrucción como sociedad.
Salvemos el campo hoy para tener un futuro mañana.