Mientras que la consejera del Gobierno de Navarra Ana Ollo Hualde persigue a personajes como el general Antonio Los Arcos o a Julio Ruiz de Alda, por "franquistas", su compañero de partido y presidente del Parlamento de Navarra, Unai Hualde Iglesias, se dedica a presentar el libro Biografía de la socialista Julia Álvarez Resano (1903-1948): República, guerra y exilio, editado con la colaboración de dicho Parlamento.
En 1933, Julia Álvarez, nacida en Villafranca, maestra y abogada, junto a Dolores Ibárruri "Pasionaria", fue un miembro destacado de la Agrupación de Mujeres Antifascistas, impulsada por el Partido Comunista dentro del marco creado por la III Internacional.
En 1934 fue directora del colegio libertario "Rosario de Acuña" de Madrid, que la Inspección de la República se vio obligada a cerrar debido al motín organizado por los niños de la escuela contra sus maestros.
En diciembre de 1935 se casó con Amancio Juan Muñoz Zafra y ambos salieron elegidos diputados en las listas del Frente Popular de febrero de 1936, ella por Madrid y él por Murcia.
Como diputada, hasta el comienzo de la Guerra Civil, no tuvo ninguna intervención como oradora y solamente fue conocida por "sus intervenciones a destiempo" interrumpiendo a diputados de derechas.
Diario de Navarra escribió: "Los rumores en la mayoría son constantes y menudean las interrupciones a cargo del matrimonio socialista formado por doña Julia Álvarez y don Amancio Muñoz de Zafra". De esta pareja, y de un modo poco fino, escribió el presidente del Gobierno, Manuel Azaña. La denominó "los reyes católicos" y dijo: "Se sientan juntos en los escaños y discurren por los pasillos agarraditos de la mano. Ella luce una vestimenta como dalmática o así. Prieto les puso el mote. El otro día, entraban en el bar del Congreso y un periodista dijo: 'Los reyes católicos van a tomar… granadina'. Desde entonces no se asoman al bar". Y de Julia dijo: "la reina católica interrumpe tanto como la Nelken".
En julio de 1937, el Gobierno de la República la nombró gobernadora civil de Ciudad Real, convirtiéndose en la primera mujer que desempeñaba ese puesto desde que fue creado por Javier de Burgos en 1833. En él permaneció 8 meses y 14 días.
Ciudad Real era una provincia de la retaguardia republicana en la que, desde el 18 de julio y hasta diciembre de 1936, se produjeron la mayoría de los casi 2.300 asesinatos, además de robos, saqueos, sacrilegios, etcétera, realizados durante la guerra. Allá fueron asesinados desde el obispo, pasando por diputados, jefes de partidos políticos, directores de periódicos, muchos párrocos, hasta familias enteras, sin olvidarse de las matanzas de los Hermanos Pasionistas de Daimiel o de los Dominicos de Almagro. A partir de diciembre de 1936 parecía que la cosa había parado, pues, como declaró Ramón Pérez Caballero, "estaban ahítos de sangre u horrorizados con lo que habían hecho".
Según el testimonio de este, con la llegada de Julia Álvarez Resano, que siempre iba con un revólver al cinto, se reinició con fuerza, pues esta declaró que "había que aumentar la represión" porque Ciudad Real era una provincia "de tradición derechista". Para ello publicó una Circular en el Boletín Oficial de esa provincia (n.º 104, de 30 de agosto), en la que, tras señalar la presencia de "elementos emboscados, facciosos antiguos, individuos peligrosos", manifestó su deseo de "despejar el ambiente de la retaguardia y limpiarla de facciosos y emboscados".
En ella decía, también, que "con gran dolor" los partidos del Frente Popular y los sindicatos "emplean sus energías en extender avales que llegan en aluvión a este Gobierno Civil para recomendar a todo el que es detenido" con los que "o se trata de ganar afiliados de número" o "se trata de conquistar la recíproca por si se acercan las hordas fascistas". Y concluía diciendo: "Cumplo un mandato del Gobierno y otro más imperativo de mi conciencia antifascista; pero si obstinadamente se pretendiese por alguien seguir obstruyendo la labor de depuración de la retaguardia, estoy dispuesta a obrar con toda energía contra los obstruccionistas y recomendantes".
A raíz de dicha Circular, no puede sorprender que bajo su responsabilidad directa se reactivase la maquinaria represiva del Frente Popular en esa provincia. Pérez Caballero añade que "además de la represión sanguinaria, la etapa de Álvarez Resano como gobernadora estuvo marcada por el saqueo sistemático del patrimonio religioso y cultural, la incautación de bienes privados, la ruina económica de numerosas familias y la ineficacia administrativa para garantizar el abastecimiento básico a la población civil" y que "su legado no es el de una mujer pionera en la política republicana, sino el de una dirigente sectaria que agravó el sufrimiento de miles de manchegos en uno de los periodos más oscuros de la historia contemporánea de España".
Pues bien, a pesar de esta siniestra biografía, el 26 de marzo de 2018, el Parlamento de Navarra, a propuesta de Geroa Bai, EH-Bildu, Podemos, Izquierda-Ezkerra y PSN-PSOE, con el apoyo de UPN, no así del PP, aprobó una Declaración Institucional reconociendo la labor realizada por Julia Álvarez Resano y mostrando la voluntad para que "el Gobierno de Navarra realice un acto institucional de reconocimiento a su figura, para dar visibilidad a la enorme labor política y social de esta mujer navarra".
Tres meses más tarde, en junio, ese mismo Parlamento le dedicó una sala para "promover la visibilización de Julia Álvarez Resano como gran defensora y luchadora de los derechos civiles" y en "reconocimiento a tantas y tantas mujeres que lucharon en Navarra por los derechos civiles y que fueron por ello perseguidas tras el golpe militar del 36". Y, ahora, el peneuvista Sr. Hualde presenta su libro.
Esta deriva es consecuencia de esa ley de memoria histórica, después democrática, que sólo ha servido para dividir a España en dos mitades enfrentadas y para levantar cortinas de humo sobre los asuntos acuciantes del presente. La realidad es que el tiempo ya se había encargado de cicatrizar la mayoría de las miserias de esa Guerra Civil y que, ahora que se cumplen 50 años, otra España más noble y ambiciosa que la actual, la de la Transición, entendió que aquella guerra la habíamos perdido todos y que, a cambio, habíamos ganado concordia. Ha tenido que venir el Sr. Hualde y los suyos a remover todo de nuevo y a sembrar vientos que sólo sirven para recoger tempestades.
