Parece haber asumido que camuflándose como socialdemócrata solo puede confundir a la gente, que por lo general asocia esa definición política con el PSOE. Rivera viaja, pues, del centroizquierda al centroderecha con el liberalismo, pero -por si acaso- también se lleva el calificativo progresista, el mismo que utilizan los socialistas cuando buscan el voto moderado y no quieren llamarse socialistas.
El líder de Ciudadanos tendrá así un nexo con el Partido Popular, donde también hay liberales, y con el PSOE, donde es evidente que hay progresistas. Tiene encauzada de esa manera su vocación de partido bisagra que pacta a derecha e izquierda, pero es más dudoso que resuelva así su propia definición: a fin de cuentas, el liberalismo progresista es una etiqueta política atribuida a muchas fuerzas políticas desde mediados del siglo XIX, y como idea de futuro, liberalismo progresista no parece del todo convincente.
Al ser progresista -expresión acuñada por Salustiano Olózaga en 1836-, Albert Rivera suaviza la faz del liberalismo, que -salvo en Estados Unidos- también tiene connotaciones conservadoras. Visto desde Europa podría decirse que será, pues, un político social liberal, y si alguien reparase en él desde Estados Unidos tal vez diría que es un liberal demócrata. Se entiende lo que quiere ser, pero definiéndose así lo dice a medias.
La historia no siempre le acompaña: ni la decimonónica ni la más contemporánea. En el siglo XIX los liberales progresistas quedaron connotados con pronunciamientos militares y estos últimos años la líder liberal progresista más conocida en España fue Rosa Díaz. Tal vez Albert Rivera prefiere aferrarse a otros referentes liberales y progresistas, como el catedrático Eugenio Montero Ríos -fundador del periódico de ideas avanzadas La Opinión Pública-, el escritor Benito Pérez Galdós, los estadistas Manuel Azaña o Adolfo Suárez, los pensadores José Ortega y Gasset, Salvador de Madariaga y Fernando Savater o políticos como Antonio Garrigues Walker o Eduard Punset. Pero casi todos ellos arriesgaron más y se protegieron menos. Además de liberalismo y progresismo, a Albert Rivera le falta audacia y determinación.