• viernes, 06 de diciembre de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Las dudas con el PP ofenden a UPN

Por José Mª Esparza

UPN ha terminado su esperada asamblea sin despejar la gran duda inmediata. Nunca entenderé la reticencia de los candidatos a presidir UPN para definirse con respecto a concurrir solo o acompañado del PP a las próximas elecciones generales.

Y no lo entenderé nunca porque hoy más que nunca  a UPN le interesa redefinirse como partido, y qué mejor lanzar un mensaje diáfano, con personalidad propia, en la primera ocasión que se le presenta. Ninguno de los tres –Esparza, Salanueva, Kutz- fue capaz de manifestar su postura. Unicamente, ya elegido, en los momentos posteriores a la asamblea, el nuevo presidente José Javier Esparza apuntó una apertura pactista a otros partidos que pareció excluir una nueva hipoteca de otros cuatro años con el PP.

La asamblea de UPN no despejó otra incógnita que la del nuevo presidente. Ha sido elegido José Javier Esparza, que contó con los apoyos propios y del sector barcinista, huérfano de candidato, en detrimento de Amelia Salanueva, que buscó el voto entre los afiliados con un grupo más compactado, pero careció de un discurso agresivo que le diferenciara y le sobraron años de sus acompañantes. A la postre resultó la campaña soñada por Javier Esparza, sin sobresaltos, cordial. Ambos candidatos se movieron dentro de unas coordenadas ideológicas similares y con un perfil igualmente discreto, el mismo que caracterizó el proceso asambleario.

Y, ojo, se quiera o no, el hecho de votar, redondeando, la tercera parte de la afiliación no se corresponde  con la trascendencia de la convocatoria. La deriva es mayor hurgando en los votos de cada mesa. Pamplona sale muy mal parada. Y es que UPN se ve sin chispa, mortecino. De acuerdo con que la presidencia elegida el pasado domingo tiene fecha de caducidad, con marchamo de interina, y que la final de verdad se disputará en el próximo congreso. Efectivamente, la asamblea apenas consistió en una eliminatoria que apea del camino a Salanueva y Kutz, pero que no evita una nueva confrontación electoral en la finalísima de 2016.  En tal sentido, ni siquiera como estrategia merecía la pena hurgar en las heridas del pasado o mojarse demasiado en las líneas del futuro. Pero al afiliado había que darle pistas sobre las elecciones generales inmediatas, ofrecerle algo más que declaraciones de intenciones y espacios comunes para calibrar a cada aspirante. Después, puertas adentro, los organismos competentes ya librarán cada batalla diaria en un partido que conserva un reparto de poder que nada se corresponde con lo votado en la asamblea.

La primera batalla gorda a librar será concurrir o no a las próximas elecciones generales con o sin el PP. No hay duda. Sin el PP, un partido que con Miguel Sanz había quedado cerca de su desaparición, al que después dio vida Yolanda Barcina, y al que la ciudadanía navarra volvió a dar la espalda el pasado mes de Mayo. En una estrategia amplia de pactos, el PSN ha sido siempre el aliado natural de UPN. Es decir, que estratégica y sociológicamente chirría una entente con el PP. Ya pasó lo del “con esta mano votaremos a Mariano”, que tan desastrosos resultados ha dejado en la formación regionalista.

Son muchas las razones para concurrir en solitario a las elecciones. En primer lugar, porque UPN  necesita en estos momentos lanzar un mensaje claro, único e intransferible, de reafirmación en sus principios, en vez de ahondar su deriva diluyéndose dentro de su máximo rival para captar votos en unas autonómicas. También hay que considerar el diferencial de coste económico entre ir solo o acompañado, ya que UPN es el único partido del espectro parlamentario foral que no depende de siglas ideológicas y económicas externas a Navarra. La independencia tiene un precio monetario. Lo contrario significaría quedar embargado otros cuatro años. A cambio,  UPN debe replantearse su estrategia económica interna. Por ejemplo: ¿dónde va el dinero que el Parlamento de Navarra  asigna a cada grupo político como tal?

Hay más razones. La principal es que UPN no puede admitir que las intervenciones de Uxue Barkos en el Congreso haya alcanzado mayor y mejor resonancia mediática que las de UPN en toda su historia, algo de especial relevancia en la legislatura que termina, donde se ha visto en la obligación de apoyar al partido más salpicado por la corrupción. Tremendo. Resulta razonable concluir que UPN debe replantear su estrategia en Madrid.

Finalmente, hay quien defiende ir a las elecciones en coalición para obtener dos escaños al menos y minimizar los resultados del cuatripartito como bloque. Y tampoco. UPN debería rearmarse y, eso sí, con un cabeza de lista que enganche, luchar en solitario por los dos escaños. Uno tiene siempre asegurado. Sería una forma de comenzar una reconstrucción a la que se ve abocado tras perder Gobierno y Ayuntamientos, hecho sin precedentes y del que todavía no ha hecho autocrítica. Si UPN aspira a ser el partido de referencia en Navarra, que lo demuestre.

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