La visita del Numancia deja la fotografía de las ventajas y limitaciones del cuadro de Jagoba Arrasate, que no consigue plasmar su proyecto deportivo. El problema es por qué no cuaja.
- martes, 03 de diciembre de 2024
- Actualizado 00:06
La visita del Numancia deja la fotografía de las ventajas y limitaciones del cuadro de Jagoba Arrasate, que no consigue plasmar su proyecto deportivo. El problema es por qué no cuaja.
Osasuna no pudo ganar al Numancia. Quiso, puso cuanto tenía, luchó para sumar los tres puntos, pero a la vista salta que no pudo. Ni siquiera en el arreón final inquietó de veras el portal numantino. El equipo soriano neutralizó la línea de creación rojilla, apenas sufrió preocupaciones en defensa y, pese a no insistir en ataque, suyas fueron las dos ocasiones del partido: el penalti fallado y el disparo de Villalba a las nubes con la portería vacía. Menos mal que el equipo de López Garai, quizás influido por una deficiente autoestima, dio por bueno el empate, primero sin dejar jugar al equipo navarro, después limitándose a esperarle, y finalmente con las manecillas del reloj a su favor.
El equipo navarro no fue el mismo que ganó al Sporting. Salió con los mismos hombres, pero su comportamiento resultó muy diferente, más plano, previsible, como el de la primera parte ante los gijoneses. Esta vez no supo zafarse del rival, y el plan alternativo tampoco le funcionó. No despejó las dudas que le merodean desde el inicio de la Liga. La defensa transmitió inseguridad, el centro del campo no se impuso prácticamente en ningún momento, y el naufragio en el aspecto ofensivo pesó en exceso. Hay un problema serio en ataque, empezando por David Rodríguez, que no responde a la confianza ciega que el técnico deposita en él.
Arrasate es consciente de la falta de pegada, y en la segunda parte cambió a los tres delanteros que alineó de salida. Sintomático. Quitó primero al bullanguero Brandon, que se deja notar con su lucha incesante, mientras mantuvo al inoperante David Rodríguez casi un cuarto de hora más en el campo sin que variara su rendimiento. Le suplió Xisco, que al menos cabecea balones o sirve de referencia a sus compañeros. En medio también prescindió de Barja, que simplemente había cumplido. Sin los tres delanteros iniciales, Rubén García perdió su libertad de movimientos como media punta teniendo que jugar por la derecha, mientras que a Roberto Torres le tocó intentarlo por la banda izquierda. Tampoco funcionó así el ataque.
Como gran novedad, Arrasate armó una especie de trivote en el centro del campo con Fran Mérida por delante de Iñigo Pérez y Oier. Tampoco le sacó del atolladero esta alternativa, entre otras cosas porque el once ya había quedado descompensado en la parcela ofensiva. No obstante, el entrenador deberá profundizar en el futuro en esta vía, eso sí con menos urgencia y más ensayo, como quizás única opción para cambiar la dinámica a corto plazo, dado que no parece que vaya a prescindir de la creación de Iñigo Pérez ni de la personalidad de Oier. Posiblemente Fran Mérida sea la opción más adecuada para ordenar de otra forma al equipo y conseguir una conducción de balón más agresiva y con más variables hasta el área rival.
Se trata de paliar las limitaciones que este plantel muestra, y que empiezan por su misma imagen. Se adentra jornada a jornada en la Liga y da la impresión de que todavía está sin hacer, sin compensar, sin encontrar su ritmo ni tempo. Quizás, precisamente haya influido en ello la tardanza en incorporar a Fran Mérida en la dinámica de once o la insistencia en mantener, por ejemplo, a David Rodríguez que no encuentra la manera de hacerse con un hueco, ni tampoco de quitarse la rémora que arrastra del sistema de la campaña anterior. Ciertamente, basta el empate ante el Numancia para encontrar en el equipo más acciones ofensivas que la temporada pasada, pero… a la vista salta que algo sigue fallando si Osasuna no es capaz de hacer en casa un gol al Numancia, quien además pudo dejarle dos de forma clara.
Osasuna anda justico y se encuentra todavía en proceso de construcción.