• sábado, 07 de diciembre de 2024
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Opinión / Tribuna

Matones

Por Juan Luis Sánchez de Muniáin

El matón es en sí mismo alguien cobarde. No suele actuar en solitario, sino que, más al contrario, se abriga en el grupo en el que probablemente muy pocas personas decidan.

Los carteles que buscan presionar a los comerciantes de Pamplona para que retiren los carteles contrarios a los cambios de tráfico
Los carteles que buscan presionar a los comerciantes de Pamplona para que retiren los carteles contrarios a los cambios de tráfico.

Elige a sus víctimas por un perfil según el cual han de ser personas que tengan cierta dificultad para defenderse y que por lo tanto sean vulnerables a la acción.

Recientemente hemos visto como en Pamplona, multitud de comerciantes han mostrado en sus escaparates un sencillo y en apariencia inofensivo cartel de protesta contra determinadas prácticas del Ayuntamiento que entienden, causan injusto perjuicio para su trabajo y también para el resto de los ciudadanos que padeceríamos la pérdida de ese comercio en el corazón de la ciudad.

Lo han hecho tras mostrar que no han sido escuchadas sus observaciones, las cuales avisaban de las consecuencias de unas decisiones que entendían disparatadas.

Antes de exponer su queja, han esperado a comprobar y valorar el deterioro sobre sus economías a la vez que proseguían con su esforzado trabajo diario.

Y solamente cuando han constatado el arrogante menosprecio de quienes tienen en sus manos corregir o aliviar su situación, han decidido exhibir un cartel a modo de lamento en el escaparate.

Comercios y comerciantes de diversa condición según su especialidad, su volumen de negocio, sus ideas, han coincidido en realizar esta alerta que por su extensa acogida no ha pasado desapercibida.

Una protesta pacífica, silenciosa y además amable y fácilmente comprensible. Una crítica, que en cualquier otro lugar daría paso al consecuente debate dentro de los cauces de una sociedad democrática.

Sin embargo, aquí la inocente y elocuente campaña despertó las iras de los matones.

Esos individuos en el anonimato y al unísono poblaron las redes y las puertas de las tiendas de panfletos que “invitaban” a los comerciantes a “marcharse” así como quienes les difamaban imputándoles estar al servicio de “poderes económicos “o partidos políticos.

 Como si los que tienen que ganarse el mes subiendo la persiana, fuesen unos descerebrados que descuidan su negocio para supeditarse a causas ajenas al mismo…

Tras la primera actuación de los matones anónimos que señalan y amedrentan a comerciantes con nombres y apellidos, entra en acción un comisario político del grupo del alcalde, el cual, afila la daga y apunta a quienes se quejan y los descalifica y calumnia.

Una vez de sentirse arropados, los matones reanudan la acción y dan un paso más en su escalada de modo que “visitan” varios establecimientos para remitirles un mensaje clásico del repertorio calabrés: “Tus cristales no son blindados”.

Ante tan convincentes acciones, los tenderos expuestos e indefensos, como es natural  continúan con su tarea diaria y en apenas 48 horas retiran los rótulos pues conocen (porque ya lo han sufrido en el pasado) que la siguiente arremetida conlleva ataques a sus establecimientos, rotura de lunas, pintadas…

Y finalmente quien tiene la obligación de proteger, defender, investigar, y ayudar a los comerciantes de su ciudad no solo escurre el bulto sino que acusa a los tenderos amenazados tildándolos de “mentirosillos”.

La actuación del alcalde de Bildu ha supuesto el aliento definitivo que precisaban los matones.

El silencio cómplice de sus socios de Geroa Bai, de Podemos Aranzadi, de Izquierda Ezquerra vale lo que valen las contraprestaciones que reciben por respaldar al alcalde y a sus alcaldadas.

Hace algo más de una década el casco antiguo de Pamplona era el parque temático de la autodenominada izquierda abertzale. Un coto particular controlado con mano de hierro por la también conocida kale borroka.

Fueron precisamente entre otras muchas causas, las peatonalizaciones, rehabilitaciones y otras reformas las que consiguieron poco a poco recuperar el uso y disfrute de la parte antigua de la ciudad para todos los ciudadanos y visitantes.

Hoy gobiernan Pamplona los sucesores de aquella Batasuna que se sintió dueña y señora de la vida y la libertad de todos.

Más allá de todas estas controversias de la gestión municipal, está en la voluntad de todos los  pamploneses el convencerles que esos tiempos pasados donde todo el mundo callaba por temor no van a regresar.

Los matones no los acosan por ser comerciantes sino por ser discrepantes.

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