• martes, 10 de diciembre de 2024
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Opinión / Tribuna

Crónica de una muerte (moción de censura) anunciada en Pamplona

Por Manuel Sarobe Oyarzun

Para ganar voluntades, el socialismo ha convertido el Gobierno de Navarra en un gran comedero. Los altos cargos -como denuncia Comptos- se adjudican a dedo, olvidando mérito y capacidad. Y, como la nómina pública puede más que los principios, los afiliados socialistas agraciados con tan generoso maná bendicen cualquier propuesta de la superioridad que les permita seguir disfrutando de sus regalías. 

La moción de censura contra Cristina Ibarrola estaba tan cantada como la anunciada muerte de Santiago Nasar, el malogrado protagonista de la novela de Gabriel García Márquez. Todos sabíamos que la alcaldía de Pamplona era una valiosa carta que se intercambiaría en un tapete muy lejos de nuestra plaza Consistorial, a espaldas de sus vecinos. Hace apenas un año publicaba yo en este medio un artículo cuyo título era de lo más premonitorio: “El voto a Elma Saiz hará alcalde a Joseba Asirón”.

Repasemos les hechos. El PSN descabalgó a Maite Esporrín como cabeza de lista al ayuntamiento iruindarra. Sánchez y Chivite necesitan a los herederos de ETA para mantenerse en el poder y Esporrín, que viralizó el grito de “Agur Asirón!” no parecía la persona más indicada para ese fin, a pesar de sus esfuerzos por batasunizarse. La veterana socialista, que no quería ni oír hablar de volver a ejercer la enfermería, mendigó una compensación a su partido, que acabó premiándola con un escaño en el Parlamento.

Saltándose las primarias, Santos Cerdán -ese político tan oscuro, que tanto daño está haciendo a Navarra, a España, y también al socialismo- ungió como candidata a Elma Saiz, sabedor de que no tenía ninguna posibilidad de empuñar una vara de mando que se disputaban Cristina Ibarrola y Joseba Asirón. Para hacerla más visible, la nombraron portavoz del Gobierno. Las instituciones forales se pusieron así al servicio del PSN. Luego vinieron los intimistas videos promocionales de Elma paseando por las calles de su ciudad. “Pamplona es un sentimiento”, decía. No faltaron las vehementes promesas: el PSN juró y perjuró que solo votaría a su candidata, y esta aseguró que no abandonaría el Ayuntamiento aunque no fuera elegida alcaldesa. Palabra de socialista. El PSN y Elma, como era de esperar, incumplieron todo cuanto prometieron, porque en España a los políticos la mentira no les penaliza.

Tras la debacle socialista en las municipales, atribuida en buena medida al “Que te vote Txapote”, que cobró especial fuerza tras conocerse que las listas de Bildu estaban infestadas de terroristas, tocó alejarse de los abertzales. El PSN votó en blanco en la sesión de investidura para evitar que los bildutarras les hicieran un “Balduz”, esto es, que con tal de que no gobernara la derecha, acabaran aupando a Elma como primera edil. Así las cosas, Cristina Ibarrola accedió a la alcaldía como cabeza de la lista más votada, a pesar de que la derecha hizo cuanto estuvo en su mano para que fuera el jatorra quien se llevara el gato al agua, concurriendo a los comicios bajo cuatro siglas diferentes.

El distanciamiento del PSN con Bildu fue puramente táctico. Elma Saiz, tan impostadamente remilgosa, era la misma que siempre se vanaglorió de haber acordado como consejera de Economía los presupuestos de Navarra con los abertzales. PSN y Bildu se reunieron para hacernos creer que no pactarían nada en la Comunidad foral, a fin de no dañar las expectativas de Sánchez en las generales. Busquen la foto del encuentro. Imposible ver tanta complicidad entre dos partidos en fingido desacuerdo. Se estaban riendo en nuestra cara.

Era evidente que la ambiciosa Elma, tras haber sido Delegada del Gobierno, directora del INIF y consejera de Economía y Hacienda, no estaba dispuesta a pudrirse cuatro años en la oposición de un ayuntamiento del que ya se fugó una vez. El sentimiento por Pamplona volvió a  esfumarse.

Antes de abandonar la nave, eso sí, esta mujer a la que “manca finezza”, habría de prestar un último servicio: prefabricar a toda prisa los pretextos con los que justificar la moción de censura ahora presentada, algo que devino todavía más necesario cuando, en contra del pronóstico mayoritario, la alerta antifascista vence a Txapote, y a Sánchez, a quien se dio prematuramente por muerto, le salen los números para comprar su presidencia al Gobierno de la nación.

Los socialistas se muestran dispuestos a pagar cuanto se les pida, aunque ello suponga desdecirse de la palabra dada, sabedores de que a su militancia, que traga con todo, se le puede prometer una cosa los días pares y la contraria los impares, si así conviene a su jefe. Es el escenario soñado por Bildu, que no desaprovecha la ocasión de hacer presidentes a Chivite y a Sánchez, ocultando las contraprestaciones que irán aflorando con el tiempo.

El calendario apremia. Urge, como digo, preparar el terreno para la moción, pues Bildu no tardará en pasar al cobro sus apoyos. Elma empieza por no atender la llamada telefónica de la recién elegida alcaldesa, a la que luego acusará de no propiciar el diálogo. No se conceden ni los tradicionales cien días de gracia. Apenas un mes después del nombramiento de Ibarrola, Saiz se despacha con un áspero artículo, lleno de reproches contra ella. La socialista sobreactúa convocando extemporáneas ruedas de prensa en las que muestra su enfado y afirma que se le acaba la paciencia. Se sueltan los perros de presa. Empieza una caza sin piedad. Toda la oposición muerde. Como la regionalista no ha tenido apenas tiempo de hacer nada, ni bueno ni malo, se recurre a lo más inverosímil; una rotonda que lleva décadas construida, unos pendientes, un bolso, unos farolillos … Todo vale. La prueba del 9 de que los socialistas no tienen la menor intención de entenderse con Ibarrola es su rechazo a la hoja en blanco que esta les ofrece. Nadie duda de que Cristina caerá. Solo falta por saber cuándo. 

Para ganar voluntades, el socialismo ha convertido el Gobierno de Navarra en un gran comedero. Los altos cargos -como denuncia Comptos- se adjudican a dedo, olvidando mérito y capacidad. Y, como la nómina pública puede más que los principios, los afiliados socialistas agraciados con tan generoso maná bendicen cualquier propuesta de la superioridad que les permita seguir disfrutando de sus regalías. Para llenar tantas bocas, a las que hay que sumar las de los insaciables socios, se crea una Administración elefantiásica. El dinero no es problema. Navarra utiliza sus competencias fiscales para esquilmar a unos contribuyentes que, para mayor escarnio, ven cómo la macroadministración resulta ser macroineficiente.  Los servicios públicos se deterioran a pasos agigantados. Sanidad y Educación se caen a pedazos. Navarra se ve apeada de todo podio. Con un Gobierno de progreso, eso sí.

Cerdán rescata a Saiz proponiéndola a Sánchez como ministra, lo cual despeja todavía más el camino a la moción, pues habrá quien pretenda salvar el honor de la fugada arguyendo que ella no la votó. Entre trileros anda el juego.

La evidencia de que tal moción no tiene nada que ver con la gestión de UPN nos la da Txema Mauleón, concejal de Contigo Zurekin, que la reclamó el mismo día en el que Ibarrola tomó posesión de su cargo. Un tipo curioso, este Mauleón. Es el prototipo del vividor de la política. Ha ido mariposeando de partido en partido, mamando siempre de la teta pública, aferrándose a diferentes cargos, que no abandonó ni siquiera cuando, siendo concejal de Pamplona por Nabai, fue condenado por conducir borracho.

 Asirón, seguido del futuro alcalde en la sombra, Joxe Martín Abaurrea San Martín, el agresor -dos mujeres entre sus víctimas- que, junto con Adolfo Araiz Flamarique, es el político navarro en activo más siniestro, presenta la moción exultante de gozo. Los socialistas, que no tienen el valor de presentarse en los feudos batasunos, entregan Pamplona a los herederos de ETA.

El acuerdo entre socialistas y bildutarras incluye la promesa de no asediar a la oposición en la calle Curia. Recuerdan a ese matón de clase que tiene aterrorizados a sus compañeros más débiles, a quienes extorsiona bajo la amenaza de apalizarlos. Todavía esperarán estos socialistas que les agradezcamos que los bildutarras ya no nos escupan ni zarandeen. Que alguien me acerque una palangana, por favor.  Ahora entendemos por qué el pasado 7 de julio los mastines de Joseba no tocaron un pelo a Elma, a pesar de ser la progresista que les privó de la alcaldía. Solo ladraron “UPN kanpora!”

La izquierda abertzale va camino de conseguir merced al socialismo más genuflexo de la historia todo aquello que ETA no logró durante los años de plomo derramando sangre, también socialista. Recuerdo a diario la lapidaria frase que espetó la madre de Pagaza a Patxi López, extensible hoy a Pedro Sánchez Pérez Castejón y a María-Victoria Chivite Navascués: “Harás cosas que nos helarán la sangre.”

El Ayuntamiento de la capital está en llamas, pero estas no queman ya a Elma, refugiada, como tantos navarros, en Madrid, tras volver a usar a Pamplona como un kleenex para su promoción personal. Grande, Elma.

Habrá un día en el que los socialistas lleguen al final de su alocada escapada, echen la mirada atrás, y se den cuenta de la magnitud de los destrozos ocasionados. Queda por saber cuándo les tornará la cordura, y si podrá recuperarse algo de la escombrera política, económica y moral que nos dejarán en herencia.

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Crónica de una muerte (moción de censura) anunciada en Pamplona