• domingo, 14 de septiembre de 2025
  • Actualizado 08:45

Opinión / Tribuna

¿Es elegante arrodillarse ante Bildu en Pamplona?

Por Manuel Sarobe Oyarzun

Los abertzales, estrategas más avezados que los socialistas, dejaron que el PSN cargara en solitario con tamaña indignidad, de la cual, además, no sacaron ningún provecho, pues no se integraron en el nuevo equipo de gobierno.

Marina Curiel en el Pleno ordinario del Ayuntamiento de Pamplona correspondiente al mes de junio de 2025. IÑIGO ALZUGARAY
Marina Curiel en el Pleno ordinario del Ayuntamiento de Pamplona correspondiente al mes de junio de 2025. IÑIGO ALZUGARAY

La socialista Marina Curiel publicó recientemente un escrito titulado “La elegancia en política” en el que, tras denunciar la exhibición de pancartas que exaltan el terrorismo, anunció que su partido promoverá un Plan de Convivencia que exigirá la condena explícita de ETA. Lo hizo, emulando al gran Gila, sin apuntar a los culpables; “alguien ha matado a alguien, y no me gusta señalar…”.

Marina Curiel García, secretaria general de la Agrupación Socialista de Pamplona, arrastra el triste honor de haber liderado la moción de censura que, siguiendo las órdenes del hoy preso Cerdán, entregó a Bildu la alcaldía de Pamplona el día de los Santos Inocentes de 2023 en pago del apoyo que los abertzales brindaron a Chivite y Sánchez, incumpliendo así lo que la prófuga Elma Saiz prometió repetidamente a sus ingenuos votantes.

Según informa la página web del PSN-PSOE, Curiel apuesta por una política “emocionante, deseable y divertida”. Yo, para emoción, me quedo con el encierro; lo que deseo, si nos ponemos serios, es que cese el horror en Gaza, y, si descendemos a asuntos más mundanos, que ganen los rojillos; y para divertirme voy al Gayarre a ver una comedia como Campeones 2 en el teatro, por ejemplo, programada para San Fermín Txikito. La política está para resolver los problemas que acucian a la ciudadanía, obrando con honestidad, algo que, al menos en Navarra, y con socialistas de por medio, nunca podemos dar por hecho.

El pleno en el que se aprobó aquella moción se alargó dos horas y media. Pensarán quizás que buena parte de ese tiempo lo empleó el postulante Joseba Asirón en ganarse el apoyo de los restantes concejales. Se equivocan. El jatorra no abrió la boca. Tampoco lo hicieron sus ediles. ¿Por qué? Pues porque los actores se limitaron a interpretar la función que Sánchez y Otegi pactaron en Madrid. Los abertzales, estrategas más avezados que los socialistas, dejaron que el PSN cargara en solitario con tamaña indignidad, de la cual, además, no sacaron ningún provecho, pues no se integraron en el nuevo equipo de gobierno.

El mismo día en el que Curiel publicó su artículo, ese periódico recordaba en la sección de lo que fue noticia hace 25 años, que, en tal fecha del año 2000, EH decidió abandonar el Parlamento Vasco para evitar condenar los atentados de ETA, a lo que les obligó Ibarretxe. Descorazona comprobar cómo, un cuarto de siglo después, todo sigue igual. El monolítico mundo abertzale continúa sometido a los irrecuperables Otegi, Araiz, Abaurrea y Barrena, alérgicos a la evolución. Solo se han movido los socialistas, y en la dirección equivocada…

En aquellas fechas el portavoz socialista en el Ayuntamiento pamplonés era Javier Iturbe. En el pleno en el que se condenó el último atentado mortal de ETA en Navarra, y con el trasfondo de la ilegalización de EH, Iturbe, valiente, proclamó que “ningún navarro, ningún pamplonés se ha quedado sin voz por no poder votar al brazo político de la banda terrorista vasca, porque su voz es la del tiro en la nuca, de la bomba lapa, del asesinato, del chantaje, del terror, de la amenaza, de la extorsión, de todo aquello de lo que la democracia nos protege”. Produce cierta melancolía constatar que hubo otro socialismo. En ese pleno, Joxe Martín Abaurrea —actual mandamás municipal, gracias a Curiel— evitó condenar el asesinato de Julián Embid y Bonifacio Martín con otra ración de su apolillada alfalfa ideológica, enmarcando el crimen en el “conflicto político de carácter violento… que hunde sus raíces en la historia a través de una negación permanente de Euskal Herria como colectividad humana diferenciada…”.

Dudo mucho que los planes de Curiel inquieten lo más mínimo al dueto Asirón&Abaurrea, entre otras cosas porque Curiel no decide nada relevante de lo que sucede en el consistorio pamplonés, competencia de Ferraz. Si, por puro tacticismo electoral, conviene fingir más adelante un distanciamiento entre unos y otros, también se acordará en Madrid. Por ello, y teniendo en cuenta el historial de engaños que acumula el socialismo navarro, yo sería muy cauto a la hora de hacer nuevas promesas, pues llegará el día en el que sus amodorrados votantes despierten y griten ¡basta! a vivir arrodillados ante Bildu para servir a los intereses personales de Pedro Sánchez Pérez-Castejón.

Queda por saber si el candidato socialista a las próximas elecciones capitalinas será un paracaidista ajeno a toda esta infamia, o si encumbrarán a quien regaló la vara de mando iruindarra a los proetarras. Si el PSN desea suicidarse, no seré yo quien se lo impida.

Concluyo. Un partido en el que personajes tan toscos como el defenestrado Cerdán y el renacido Alzórriz lo han sido todo es lo más opuesto a la elegancia que cabe imaginar. Pero todavía es menos elegante traicionar a los propios votantes doblegándose ante quienes, además de no renegar de su malvado pasado, buscan arruinar a Navarra.

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