• jueves, 25 de abril de 2024
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Opinión / Tribuna

El voto a Elma Saiz hará alcalde a Joseba Asirón

Por Manuel Sarobe Oyarzun

Las elecciones autonómicas y municipales están a la vuelta de la esquina, y las distintas formaciones políticas ya calientan motores.

Tras el engaño al que el PSN sometió a sus votantes en los pasados comicios, el partido con sede en el Paseo de Sarasate ha dejado clara esta vez su intención de volver a encamarse con Bildu. Quizás por ello Santos Cerdán, urdidor de tales enjuagues, ha defenestrado a Maite Esporrín, a pesar del respaldo mayoritario que esta concita en la agrupación socialista pamplonesa.

Y es que Esporrín no responde al perfil sumiso a los abertzales que ahora se estila en el socialismo. Recordemos que fue su valiente oposición al alcalde bildutarra lo que catapultó al PSN, que pasó de 3 a 5 concejales en los últimos sufragios. Inolvidable el “Agur Asirón” que le salió del alma en la noche electoral, aunque también ella acabó sucumbiendo a la galopante batasunización de su partido, prestándose a ser el ariete de Joseba en su confrontación con Enrique Maya.

Ha dicho la amortizada Esporrín que probablemente le buscarán una ubicación dentro del partido. Me permito recordarle, como a tantos otros aferrados a su cargo, que hay vida más allá de la dedicación a la cosa pública y que, a día de hoy, estamos bastante más necesitados de enfermeras que de políticos profesionales.

Elma Saiz, la ungida obviando las primarias, suple su escaso tirón personal, además de con su docilidad para plegarse a todo cuanto el tosco milagrés ordene, con su predisposición a entenderse con Bildu, sus socios presupuestarios. “Pamplona -ha proclamado la candidata in pectore- es un sentimiento”. Esperemos que esta vez le dure más que la pasada legislatura, en la que apenas tomar posesión de su concejalía abandonó el ayuntamiento iruindarra rumbo al Gobierno de Navarra, donde el sol calentaba más. Preguntada por la posibilidad de que esta “espantá” vuelva a repetirse en un futuro próximo, ha dado la callada por respuesta.

Y es que lo de postularse apasionadamente para presidir el consistorio pamplonés para darse a la fuga a las primeras de cambio no es nuevo en el PSN. Acuérdense de Juan Moscoso, llegado de Madrid, a donde regresó raudo y veloz tras su gatillazo electoral. Leo que acaba de ser nombrado por la SEPI -o sea, el Estado- consejero de Indra, la cotizada recientemente “asaltada” por el Gobierno de Sánchez. Intuyo que ello tendrá más que ver con la generosa retribución que le espera que con los sentimientos.

La campaña de marketing orquestada para dar a conocer a la candidata pasa por nombrarla portavoz del Gobierno foral, aunque últimamente el protagonismo en este cometido se lo está robando Mertxe Aizpurúa,  la diputada en Cortes por Guipúzcoa de Bildu que nos informa puntualmente sobre cuanto su coalición pacta con Pedro Sánchez de interés para Navarra, cuya presidencia efectiva está vacante.

Elma Saiz representa, por lo demás, a uno de los partidos que ha privado a Pamplona de la Carta de Capitalidad, provocando un millonario quebranto a las arcas municipales. Dicha Carta -apoyada en su día por los socialistas- compensa los numerosos servicios prestados por la ciudad a quienes no viven en ella. Una patada del pentapartito a Enrique Maya en el trasero de todos los pamploneses, que ahora podremos ajustar cuentas.

Otro de los lastres de Saiz es ser la máxima responsable de la pésima política tributaria de la coalición gobernante. Si usted quiere dejar patente su hartazgo con un fisco que ahuyenta a los inversores y nos mete la mano en el bolsillo más que en ninguna otra parte a cambio, para más inri, de unos servicios públicos cada vez peores, la ocasión la pintan calva con la consejera de Hacienda como cabeza de cartel estrella, veremos si estrellada.

Las encuestas pronostican que la vara de mando de Pamplona se la disputarán el candidato regionalista y Asirón, de ahí que el papel reservado a Elma Saiz -salvo mayoría absoluta del centro derecha- se reducirá a aupar a Joseba a la alcaldía. No hay que ser un experto politólogo para predecir que el renovado apoyo de Bildu a María Chivite en el Parlamento se retribuirá con el del PSN a Asirón en el Ayuntamiento.

Descontado pues que, por indicación del aparato, el voto a Elma Saiz hará alcalde a Joseba Asirón, solo nos queda por saber si los simpatizantes socialistas cargarán con el pecado de castigarnos con el regidor que, prueba de su sectarismo, más reveses judiciales ha acumulado por infringir la ley; el aspirante jaleado por los matones que revientan nuestros Sanfermines; el personaje que se niega a rechazar la invasión de Ucrania y a solidarizarse con su sufriente pueblo; el tipo incapaz de condenar a ETA, aun en presencia de la hija de uno de sus tantos asesinados…

Lo que está claro es que la rectificación de la deriva abertzale del PSN no vendrá de la mano de sus cargos, a quienes las nóminas públicas les han nublado la razón, sino, en todo caso, de aquellos militantes de base que, todavía fieles a los principios socialistas, no estén dispuestos a tragar con que la misma papeleta que en 2019 sirvió para echar a Asirón se utilice ahora para reponerlo en el puesto.

A los previsibles buenos resultados de nuestro jatorra contribuye, a su vez, además de la tradicional sumisión de los partidos de ultraizquierda al nacionalismo vasco radical, el blanqueo de los valedores de ETA por parte de unos socialistas cuya selectiva memoria les lleva únicamente a revivir una Guerra Civil que creíamos superada, olvidando los todavía recientes años de plomo. Intuyo a Joseba de lo más cómodo viendo cómo unos y otros le hacen la campaña. Tanto, que es muy capaz de reírse de todos los pamploneses volviendo a incluir en su lista al mismísimo Joxe Abaurrea, el delincuente convicto y confeso que mueve sus hilos

Nos repiten, por cierto, hasta la náusea, que el pacto entre PSN y Bildu es “de progreso”. Según la RAE, progresar es “experimentar [una sociedad] un desarrollo continuo, gradual y generalizado en el aspecto económico, social y moral”. No puedo imaginar nada más contrario a todo ello que una alcaldía ostentada -o un gobierno condicionado- por nuestros eusko trogloditas. Para progresista de verdad, que no de salón, quédense antes con don Félix Huarte Goñi.

Permítanme concluir con una obviedad. Somos muy dados a criticar a la clase política siendo así que, en democracia, es la que nosotros mismos hemos escogido. Si en su día nos tomamos la molestia de ir a votar, claro está. “Los malos gobernantes -decía con razón George Jean Nathan- son elegidos por los buenos ciudadanos que no votan.” Así que, de cara al próximo 28 de mayo, aplíquense e implíquense en dejar el futuro de Navarra y el de todos y cada uno de sus pueblos y ciudades en manos de los mejores. O de los menos malos, como prefieran.


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