• sábado, 19 de abril de 2025
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Opinión / Ha sido columnista habitual del periódico El Mundo, colaborando también con otros periódicos, revistas, programas de radio y televisión. Ha participado en el programa debate de TVE, 59 segundos.

El desánimo del votante socialista

Por Rafael Torres

Dice Pedro Sánchez que nota a sus votantes, a los del PSOE, desanimados, y que se propone movilizarlos.

Antes de ésto, sin embargo, tal vez debería preguntarse a qué obedece ese desánimo a fin de acertar con el tratamiento movilizador correspondiente, y si se lo pregunta, la realidad le responderá cual suele hacerlo, con un conjunto de respuestas, y no con una sola.

De una parte, el votante de izquierda del PSOE, quemado con el partido por sus recurrentes traiciones al ideario socialista, se le ha ido, bien que momentáneamente, a Podemos, y para que ese votante vuelva, nada puede hacer Pedro Sánchez sino esperar a que regrese algún día por sí solo, cuando decida, si es que regresa. De otra parte, ese 20% del electorado que le queda, la mitad más o menos de los que tenía en sus buenos tiempos, es el más moderado, y las personas moderadas no expresan sus ánimos, pocos o muchos, tirando cohetes. Por último, existe otra razón, conectada con la anterior, que explicaría ese desánimo que cree percibir Sánchez: la edad. Los votantes que le quedan al PSOE, los fieles, tienen ya, en su mayoría, una edad, y en esa edad el ánimo no es el mismo que en la juventud ni para votar ni para nada. Es la vida, principalmente, la que va desanimando.

El PSOE, ahora como hace seis meses, lo lleva crudo: entre la derecha inmutable, beneficiada y sostenida por una parroquia fija a la que no parece importarle mucho ni la corrupción ni la desigualdad, y el populismo en el que el marxismo-leninismo ha encontrado vida después de la muerte (gracias, por cierto, a la corrupción y a la desigualdad desatadas en la última legislatura absoluta del PP), el partido de Sánchez no encuentra su sitio. Se lo han birlado. Cabría decir que el que se fue a Sevilla, perdió su silla, pero es que, encima, no ha sabido construir el relevo generacional que el PCE sí ha articulado con Podemos y sus confluencias esas, y ello sin moverse un ápice de la más pura ortodoxia marxista y su bien engrasado agit-prop.

Al PSOE le quedaría una única salida en el laberinto que serán para él los resultados del 26-J: encontrarse (buscarse) a sí mismo. Justo lo más difícil de todo, así para los partidos como para las criaturas humanas en general.

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