La sonrisa del navarro José Ramón Echeverría Martínez y la serenidad de Sangmin Lee han conquistado a miles de peregrinos que recorren el Camino de Santiago a su paso por Navarra.
Esta pareja, él pamplonés y ella coreana, ha convertido su vida en un proyecto común ligado a la hospitalidad. Desde hace más de veinte años cuidan a caminantes de medio mundo con un estilo que muchos califican de “excepcional” y que ha hecho de su albergue un lugar imprescindible.
Ambos tienen 49 años, son vecinos de Villatuerta y comenzaron esta aventura en 2004. “La afluencia de los peregrinos ha ido subiendo cada año. Cada año pasan sobre 50.000 por esta zona. Es suficiente para vivir y trabajar”, explicó José Ramón, consciente de que su día a día gira en torno a la llegada constante de mochilas y botas polvorientas.
En el corazón de la calle Mayor 40 se encuentra el albergue de Lorca, en Tierra Estella, un punto de encuentro que no tiene pérdida porque a cualquier hora se pueden ver peregrinos entrando o saliendo. Allí se alojan, descansan o simplemente paran a tomar algo, pero en todos los casos coinciden en algo: el ambiente es distinto.
“Un peregrino decía que le dolía la rodilla y enseguida se ofrecieron a ponerle hielo. Incluso nos dieron agua fría sin pedirlo. Me habría quedado aquí de haberlo sabido”, comentó uno de los que llegaron casi por casualidad.
El boca a boca y las reseñas en internet han hecho el resto. De 154 valoraciones, el albergue ha alcanzado una nota sobresaliente: 4,9 sobre 5. Los testimonios destacan siempre lo mismo: limpieza, hospitalidad y una comida que devuelve la energía después de la caminata.
“Ha sido un placer conoceros, os deseo lo mejor. El albergue está súper limpio y la comida es casera y riquísima”, escribió un peregrino agradecido. Otros subrayan que se nota que “han vivido el Camino y saben exactamente lo que necesita el peregrino. Un 10 en todo”.
Las habitaciones, la tranquilidad del entorno y hasta los cruasanes de los desayunos reciben aplausos. “Hemos estado de lujo, sobre todo por la hospitalidad de José Ramón y Xang. Todo muy limpio, espacio para tender, la cena buenísima, los cruasanes también. 100% recomendable. Volvería seguro”, dejó por escrito otro viajero.
El trabajo, eso sí, no entiende de descansos. El albergue abre todos los días de Semana Santa hasta finales de octubre, una temporada de unos 210 días sin pausa. El horario es de 7 de la mañana a 9 de la noche, centrado sobre todo en desayunos, almuerzos ligeros y cenas. “En las comidas no preparamos mucho porque es cuando llegan los peregrinos; lo importante es la cena, que es lo que realmente necesitan”, relató José Ramón.
Por sus puertas pasan caminantes de todos los rincones del planeta, aunque él mismo reconoce que “viene mucho asiático, de Taiwán y de China”. Sobre el trato que reciben y los elogios que inundan las redes sociales, bromea con modestia: “Intentamos atender bien a todos, pero a veces me falta un poco de paciencia. Mi compañera, que es muy profesional, llega donde yo no llego”.
Su historia personal también se ha convertido en parte de la esencia del lugar. José Ramón y Sangmin se conocieron en Italia, durante un programa Erasmus. Allí nació una relación que después de los años se consolidó en Navarra, entre mochilas, saludos en decenas de idiomas y cenas caseras que han marcado el recuerdo de miles de peregrinos. “Estamos contentos y seguimos, de momento”, confesó él con una sonrisa cómplice.
