Jóvenes de Pamplona han celebrado este martes 15 de julio el tradicional encierro de la villavesa, un acto no oficial pero profundamente popular que cada año marca el punto final de las fiestas de San Fermín.
Como manda la costumbre, a las 8:00 horas, cientos de personas se han dado cita en la cuesta de Santo Domingo para correr delante de un peculiar protagonista: un falso Miguel Indurain, vestido de pies a cabeza como el mítico exciclista navarro.
Minutos antes del comienzo, el ambiente ha estado animado por una figura igualmente simbólica: un San Fermín disfrazado que, subido en la hornacina, ha entonado varias canciones míticas y ha levantado el ánimo de los corredores entre bromas y vítores.
Aunque la salida estaba prevista para las ocho en punto, el cohete se ha hecho esperar. Finalmente, a las 8:05 horas, el falso Indurain ha salido pedaleando con decisión desde el inicio del recorrido, rodeado por una multitud entusiasta que, entre risas y empujones, ha intentado seguirle el ritmo por la cuesta de Santo Domingo.
Este año la afluencia de participantes ha sido especialmente alta, lo que ha complicado seriamente el avance del ciclista improvisado. A lo largo de Estafeta, el falso Indurain ha tenido que detenerse varias veces al verse completamente rodeado por corredores y curiosos. El colapso en algunos tramos ha hecho que la carrera adoptara un ritmo más cómico que veloz.
Uno de los momentos más esperados, y ya tradicionales, ha llegado al final del recorrido. Al entrar en el callejón, el ciclista se ha caído al suelo. Sin embargo, y entre los aplausos del público, ha conseguido levantarse y avanzar hasta la puerta de la plaza de toros, donde se ha producido el desenlace más festivo.
Allí, acompañado por el sonido de unas trompetas en directo, el falso Indurain y decenas de personas han comenzado a bailar en círculo, despidiendo con humor, música y mucho ingenio unas fiestas de San Fermín que se han cerrado oficialmente solo unas horas antes, con el Pobre de Mí.
Este encierro paródico, que parodia el encierro real y convierte el Casco Viejo de Pamplona en un escenario de sátira festiva, se ha convertido en uno de los actos más icónicos del “día 15”, cuando jóvenes pamploneses vuelven a la realidad tras nueve días intensos de celebración.
