- viernes, 13 de diciembre de 2024
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Este 17 de febrero, como todos los años, se celebra el Día Mundial del Juego Responsable, y como cada año, me sigue costando entender que significa jugar de manera responsable.
No es el único momento donde escucho ese término. Por ejemplo, cada día, en el trayecto de casa al trabajo pongo la radio y la ONCE me recuerda que jugar está bien con su eslogan “bien jugado” y al final de todas las campañas publicitarias añade el “juega responsablemente y sólo si eres mayor de edad”.
Vivimos en una sociedad que normaliza los juegos de azar y no es consciente de las consecuencias que puede generar hasta que desgraciadamente toca vivirlas. Un día te enteras de que tu hijo de 20 años que acaba de empezar a trabajar se ha gastado sus primeros tres sueldos en apuestas deportivas. Tu marido te dice que se ha gastado todos los ahorros jugando a las tragaperras y no podéis pagar el alquiler. O tu hermana te llama diciendo que debe 20.000 euros porque empezó a pedir microcréditos jugando a la ruleta. No son hechos aislados ni inventados. Trabajo en un centro de ludopatía y son historias que escucho a diario. Unas 100 personas con problemas de juego acuden cada año a Aralar, y si tuviera que describirlas no usaría el término irresponsable.
La palabra responsable alude a la persona que pone cuidado y atención en lo que hace o decide. Veamos ahora la clasificación de enfermedades que utiliza la Organización Mundial de la Salud para definir la ludopatía.
El trastorno por juego de apuestas se caracteriza por un patrón de comportamiento persistente o recurrente de juego de apuestas, que puede ser en línea (es decir, por internet) o no, y que se manifiesta por:
¿No os parece contradictorio pedir ser responsable cuando la base de esta enfermedad es la falta de control en el comportamiento? ¿Alguien con problemas de juego puede jugar de manera responsable? Si una persona fuera consciente de las consecuencias que le va a traer el juego, os aseguro que no lo haría. Esto no implica que una persona con problemas de juego se convierta totalmente pasiva ante su enfermedad. Por suerte, la decisión de dejar de jugar está en cada persona, y es ella quien decide dejar de hacerlo.
Pero honestamente creo que las líneas de prevención tendían que ir más allá de un simple “juega de manera responsable”, teniendo en cuenta que el juego tiene muy baja percepción de riesgo, es muy accesible y está demasiado normalizado en nuestra sociedad. Es evidente que el juego mueve mucho dinero, pero ¿a costa de qué?
Carta enviada por Saioa Yeregui, psicóloga de la Asociación Aralar.