Debía entregar un sobre en una calle del primer ensanche pamplonés, así que me puse manos a la obra. Con el quehacer terminado escuché un “espera, espera, que bajo”...
- martes, 03 de diciembre de 2024
- Actualizado 00:06
Debía entregar un sobre en una calle del primer ensanche pamplonés, así que me puse manos a la obra. Con el quehacer terminado escuché un “espera, espera, que bajo”...
¿Te acuerdas de la letra de esa canción de Danza invisible que dice “naranjas en agosto y uvas en abril”? Pues, poco más o menos, la reviví ayer. O al menos esa sensación tuve…
Debía entregar un sobre en una calle del primer ensanche pamplonés, así que me puse manos a la obra. Con el quehacer terminado escuché un “espera, espera, que bajo”.
Yo, sin mirar al autor de esas palabras, sujeté la puerta del ascensor y me quedé de piedra cuando lo vi. En pleno mes de octubre vestía pantalón y polo de color blanco, faja y pañuelico, alpargatas y la blusa de una peña: en una mano llevaba una mininevera y en la otra, un bolsa con un bocadillo infinito.
- Eh, majo. Me voy a la corrida. A los toros. Hoy es un día grande; torean Antonio Ordóñez y dos más. En esos segundos maquiné llamar al 112 o buscar algún policía municipal que hubiera por ahí. Para mi suerte coincidimos con su hija en el portal y todo quedó en un susto para mí y un disgusto (más) para ella.
- Artista, ¿has visto tú? Anda, toma la entrada y aprovéchala, que no me deja ir la hija…
Ideación de ‘A los toros’
Me dio mucha pena presenciar esta escena descrita.
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