La víspera de su jubilación tenía que tirar un tabique en una casa con cierta solera. Recuerda que empezó a derribarlo después de un almuerzo suculento. Su último bocadillo de sardinas con el buzo puesto, acompañado de un cuarto de litro de vino tinto con sifón.
Los escombros iban cayendo al suelo y, de repente, lo que se le cayó a aquel peón fue el alma a los pies. Se encontró con dos cadáveres tapiados, erguidos como dos maniquíes en un escaparate. Horrorizado y con náuseas observó lo que en su día fueron los rostros de aquellos hombres.
La investigación desveló que se trataba de los cuerpos de un secuestrador y su víctima, de los que no se tenían noticias desde hacía casi 80 años.
Nadie sabe cómo acabaron ahí, de aquella manera. Tan juntos y tan separados. Tan distintos y tan distantes.
Ideación de ‘Tapiados’
Un albañil ha localizado un cadáver al derribar el tabique de una casa.
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