Concentrarme hasta escuchar el centro último, aquél que llega a mi yo más lejano.
De tanto vivir en la ciudad y estar rodeado de tantas y tantas cosas se me han olvidado otras muchas.
Pues que duda cabe que las grandes poblaciones atesoran infinitas comodidades y multitud de servicios y entretenimientos.
Les podría mencionar un amplio racimo de bondades que se dan cita en una ciudad: restaurantes, conciertos al aire libre, centros comerciales, actividades para los más pequeños, distintas opciones laborales, universidades…
Sin embargo, este amigo de ustedes, aunque lleve muchos años residiendo en distintas ciudades se sigue sintiendo un hombre de pueblo.
La semana pasada me comentaba un amigo cómo evocaba su infancia cuando, disfrutando de unos días de descanso en un pueblo de una localidad Navarra, sonó el timbre de su casa a primera hora de la mañana y advirtió al subir la persiana a los cinco amigos de su hijo subidos en las bicis para venir a buscarlo y llevárselo a, sabe Dios, qué maravillosas aventuras preparadas.
Se me ha olvidado mirar al cielo de tanto observar el asfalto.
El único verde en el que reparo es el del semáforo.
El olor a tierra mojada ya solo lo percibo en sueños.
Hay una pequeña localidad pirenaica a 78 km de nuestra ciudad que se llama Castillonuevo. Apenas conviven 15 habitantes. De hecho, es el pueblo menos poblado de nuestra Comunidad Foral.
Hasta donde yo sé, no disponen ni de internet ni poste para móviles.
Quizás, tampoco les haga falta.
En este municipio situado en la merindad de Sangüesa no se ha perdido el amor por el pueblo.
No sé si tienen tedio las rosas; desconozco si las mariposas, con sus alas blancas, saben llegar a los lirios; supongo que las palabras de los lugareños y de las madres atesoran fragancias y ritmos; intuyo que los caminos, los viejos caminos van a descansar a un cielo alegre y rosa…
Les invito a visitar esta localidad de Navarra. A saber por qué se llama Castiilonuevo, a descubrir si se visten de cristal sus arboledas, si es malva la tarde, si solloza triste y sola el agua de la fuente…
Si su verde es como el del semáforo diario.
Y si el cielo es tan limpio y azul, y hay nubes y viento y hay un jardín sombrío junto a la ermita.