• sábado, 02 de agosto de 2025
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Blog / La cometa de Miel

El eco de lo sencillo

Por Pablo Sabalza

Alegría ten y vivirás bien. Son los dichos populares o, si lo prefieren, las migas de pan de nuestra memoria colectiva que han echado raíces profundas en nuestra cultura.

Hay cosas que no se aprenden en los libros. Cosas que se maman, que se escuchan de niño en la cocina mientras la abuela amasa el pan o el abuelo desgrana las vainas de alubias al sol de la tarde. Son pequeñas sentencias, a veces graciosas, otras cargadas de sabiduría, muchas veces incomprensibles para el de fuera, pero que, sin embargo, nos acompañan desde hace siglos.

Son los dichos populares o, si lo prefieren, las migas de pan de nuestra memoria colectiva que han echado raíces profundas en nuestra cultura.

En Navarra, como en tantos rincones del mundo rural, los dichos nacen de la observación de la naturaleza, del sentido común y de la pícara mirada de quien sabe que la vida no siempre es justa, pero sí hermosa si se mira con buen humor.

Esta semana me gustaría detenerme, queridos amigos de Navarra.com, en esos refranes menos conocidos, los que no siempre aparecen en los recopilatorios, pero que aún huelen a tierra mojada, a bota de vino y a brasero.
Porque los dichos populares, como las piedras viejas de los caminos, siguen ahí, aunque pase el tiempo por encima.

“Año de abejas, año de cerezas”

Podría proceder este dicho de Lumbier y, si me apuran, de un pastor viejo. Resume con precisión casi poética cómo la naturaleza nos avisa de lo que está por venir. Si las abejas trabajan a destajo en primavera, las cerezas serán abundantes. Una especie de meteorología biológica, previa a la de los móviles, sí. Hay quien dice que se extiende también a otros frutos: almendras, ciruelas, incluso uvas.

“Agua de mayo, pan para todo el año”

Mayo, con sus lluvias, sigue siendo el mes más codiciado por los agricultores. Aunque ahora los tractores han cambiado el campo, el dicho sigue vigente en la mente de muchos labradores de Tierra Estella o la Ribera. Si mayo trae agua, los sembrados agradecerán el empuje y la cosecha será generosa. Y si no… siempre quedará el consuelo del refrán como esperanza para el próximo año.

“Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo”

Este es de los pocos dichos que, aunque suene algo tosco, une a casi todos los pueblos del norte. El grajo, ese pájaro negro y algo siniestro, suele volar más cerca del suelo cuando el frío aprieta. Lo curioso es que en muchos pueblos navarros, sobre todo en los valles prepirenaicos, este dicho todavía se escucha en pleno invierno, al mirar el cielo encapotado.

“No hay mejor caldo que el del amigo de al lado”

Poco conocido fuera de casa, pero que encierra mucho del carácter navarro. Da igual si el vino es de cosecha o peleón; lo importante es compartirlo. En esas cenas con amigos, con las pochas de Sangüesa recién cocidas, este dicho cobra todo su sentido. El valor no está tanto en el contenido de la copa, sino en la compañía.

“De par en par, como puerta de taberna”

Una imagen gráfica y perfectamente aplicable a nuestro carácter hospitalario, pero prudente. Las tabernas de antaño, sobre todo en los pueblos, abrían sus puertas de par en par, símbolo de bienvenida y refugio. En la conversación, este dicho se utiliza para hablar de algo o alguien completamente abierto, accesible, sin trampa ni cartón.

Dichos que son escuela.

Estas joyas del habla, aunque puedan parecer pequeñas, son auténticas lecciones de vida.

Enseñan prudencia, sentido común, observación del entorno y, sobre todo, humildad.

En nuestra querida Comunidad Foral, donde el clima, la tierra y la historia han moldeado generaciones enteras, estos dichos funcionan como anclas culturales. Nos recuerdan de dónde venimos. Y aunque hoy muchos jóvenes los vean como simple “habla de abuelos”, siguen apareciendo de forma casi automática en la conversación, como quien busca en la memoria un consejo práctico disfrazado de chascarrillo.

Lo llamaría… El eco de lo sencillo.

Quizá esa sea la grandeza de los dichos populares: su sencillez cargada de experiencia.

No necesitan gramáticas complejas ni discursos pomposos. Son frases que caben en el zurrón, en el bolsillo, en la sobremesa del domingo.

Y mientras sigamos repitiéndolos, aunque sea sin darnos cuenta, seguirán vivos, acompañando a esta Navarra que cambia, pero que, en el fondo, por muchos años que pasen, sigue siendo la misma.

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El eco de lo sencillo