Este bello enclave, al que invito a amar y descubrir, se localiza al margen izquierdo del río Aragón y así, con sus curvas de ballesta, baña la capital del municipio.

Es la tarde y ya ha estallado la fiesta.
No me acostumbro a la distancia en estos días, ¿sabe usted?
Supongo que debe ser algo así como estar profundamente enamorado y no poder abrazar a tu amada.
Siempre que visito Sangüesa recuerdo, sin excepción, una película que seguramente muchos de ustedes hayan tenido oportunidad de visualizar en alguna ocasión titulada Los puentes de Madison.
Ese filme en el que Clint Eastwood y Meryl Streep mantienen una aventura durante unos días y que, sin embargo, les marca para el resto de sus vidas.
Algo así me pasa a mí con la ciudad de Sangüesa.
Este bello enclave, al que invito a amar y descubrir, se localiza al margen izquierdo del río Aragón y así, con sus curvas de ballesta, baña la capital del municipio.
Para llegar a mi amada localidad debes pasar por un puente de hierro que data del año 1891 y que vino a sustituir aquel puente de piedra construido en el siglo XI.
El caso es que estoy enamorado.
En mi alma cantan todas las voces sentimentales; mis suspiros crean puentes que desembocan en una calle larga adornada de flores en sus balcones; y mi corazón deja paso a besos y abrazos floridos similares, todos ellos, a sueños perfumados.
El caso es que estalló la fiesta el pasado jueves y, como apuntaba el poeta, tú no estás conmigo.
Te espío en fotos vestida radiante y luminosa de blanco y rojo.
Feliz, azulmente feliz, con la música que entonan los auroros, la banda municipal y la coral Nora, mientras bailas, como cumpliendo un aniversario, jotas viejas.
Te riegas con vino que te convierte, sin tú quererlo, en la más simpática sonrisa que desprende la comunidad foral de Navarra.
¡Ay, esta distancia mía que mece en nostalgia mi recuerdo!
Y esto es lo que le viene a ocurrir a alguien cuando se enamora de un lugar situado entre San Salvador, Santa María y Santiago…
Me reencuentro contigo dos veces al año para evocarte el resto.
Pero te contaré un secreto.
No hay ocasión en que vaya a cruzar el puente de hierro para regresar a la isla y me quede pensando en detenerme y, por siempre, quedarme contigo.
¡FELICES FIESTAS!
¡VIVA SANGÜESA!