• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / In foro domestico

De ignotos planes de vacunación

Por Ángel Luis Fortún Moral

Les interesa seguir alimentando en el imaginario colectivo que con lo que diga el responsable político es suficiente.

Vacunación de los primeros sanitarios en las instalaciones montadas en Refena. MIGUEL OSÉS
Vacunación de los primeros sanitarios en las instalaciones montadas en Refena. MIGUEL OSÉS

La transparencia es, probablemente, la institución jurídico-administrativa más relevante de la última década para el sistema jurídico español. Impuesta como principio comunitario de buen gobierno y configurada como derecho fundamental en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, ha sido completamente despreciada en la gestión de la pandemia.

Casi dos meses después de iniciarse, presenta la consejera de Salud algo parecido a un plan de vacunación con fases, grupos más o menos cuantificados y cierto desarrollo en el tiempo. Brilla por su ausencia un documento público y de libre acceso; es más, para que tenga efectos el plan debiera recogerse en alguna norma jurídica.

Les interesa seguir alimentando en el imaginario colectivo que con lo que diga el responsable político es suficiente, que lo que sale en los medios es más verdad que el Boletín y, en definitiva, que el poder, arbitrario y caprichoso, concede con su gracia el maná de la vacuna. Alabado sea el poder. Les interesa que sea alabado.

Porque hay quienes mantienen, sin rubor, para qué la transparencia si de todos modos van a criticar y escandalizarse, defienden que hay que actuar manu militari, expeditivamente, como si los instrumentos de participación democrática fuesen una suerte de adorno prescindible, florituras para momentos de derroche.

Si en momentos tan extraordinarios como éste se ponen a prueba y se consolidan los fundamentos de cualquier sociedad, también las carencias y heridas generadas en estos momentos las terminan lastrando secularmente.

Este Plan de vacunación mantiene las carencias que se evidenciaron hace un año. Si la potabilización del agua es una actividad tan esencial para la salud como cualquier centro sanitario, ¿dónde está en ese plan el personal encargado de potabilizar el agua? Aquí una posible explicación. Al ser personal municipal, competencia de las entidades locales, se trata de una realidad muy, muy lejana de las moquetas del gobierno autonómico y mucho más desde las moquetas de La Moncloa.

Y eso que el régimen foral de Navarra tiene (tuvo, lamentablemente) una especial cercanía con el ámbito local y municipal, que se consideraba parte de la foralidad. Hace tiempo que tanto el Gobierno (Diputación) como el Parlamento de Navarra juegan en otros niveles.

El carácter estratégico, más que esencial, del servicio municipal de potabilización del agua resulta evidente para cualquiera. Pero también hay un servicio de tratamiento de aguas residuales que no es menos relevante. ¿Cuál es el plan para estos dos núcleos esenciales? Pues ni los planes de vacunación, ni los Decretos de Estado de Alarma.

Porque la omisión viene arrastrándose desde el primer Estado de Alarma, que en realidad sólo retrató nuestras propias carencias. El coronavirus nos pilla sin haber hecho los deberes, a saber: sin que desde 2015 ninguno de los Gobiernos de España cumpliesen las exigencias del artículo 28 de la Ley de Seguridad Nacional y sin que ninguna Comunidad Autónoma, Diputación ni Ayuntamiento hubiese cumplido las exigencias del artículo 15 de la Ley de Protección Civil, en vigor también desde el año 2015.

Hace un año podía explicarse que ninguna de estas medidas estuviera preparada y que el primer Estado de Alarma hizo lo que pudo (lo triste es que, como, suele ocurrir será dentro de un par de décadas cuando se revisen y exijan efectivamente las responsabilidades).

Después de un año la pregunta es: con un Parlamento ocioso y parte de la Administración sin saber qué hacer, ¿nadie ha tenido tiempo de avanzar planes estructurados de contingencia para los servicios estratégicos, además de la adecuada respuesta a los que resultan esenciales?

Parece que no. Al menos, en lo que se ha dado a conocer como Plan “oral” de Vacunación con fases y bla, bla, bla, ni una sola mención se hace a los sectores estratégicos. Es más, ni tan siquiera se mencionan algunos de los servicios esenciales establecidos expresamente por el Decreto de Estado de Alarma como, por el ejemplo, el transporte.

Nadie se debiera escandalizar si se decide vacunar en primer lugar al personal responsable de la logística de la propia vacunación. ¿Se les ha vacunado? Apuesto a que no. Y apuesto a que la respuesta está en la precarizadora subcontratación de esos servicios que se consideran de usar y tirar. Invisible transporte, almacenamiento y custodia…

Fieles al mundo que nos ha tocado vivir, quienes dirigen nuestras instituciones reflejan esa mezcla de insultante ignorancia sobre los elementos básicos de la sociedad y del Estado, con esa concepción mágica de la realidad en la que no se cuestiona que el agua salga del grifo en condiciones optimas para consumo, ni que la mierda salga por el inodoro a nadie sabe dónde ni cómo. Una realidad en la que basta y sobra con expresar buenos deseos y esperanzas, que se los recojan los medios. Qué manía tiene la realidad de no atender a los buenos titulares.

Hale. Toca dar un repaso al plan. Toca hacerlo público. Y toca regularlo en una norma jurídica vinculante porque, de ese modo, quien lo infrinja podría sufrir las consecuencias (aunque se las exijan nuestros hijos o nietos), vía prevaricación y/o malversación. Como con cualquier otro recurso público.

¿Meter en cintura la corrupción y el enchufismo en este país? ¿A qué no?


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