• jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 18:52

Opinión / Fue director del Observatorio Internacional de Víctimas del Terrorismo (OIVT) de la Fundación San Pablo-CEU.

Bloqueo y hastío

Por Cayetano González

El "espectáculo" que están dando la mayoría de los partidos políticos tras las últimas elecciones del 26-J es francamente lamentable.

A día de hoy, como diría Pedro Sánchez, la situación para poder formar gobierno sigue igual de bloqueada que tras las elecciones de diciembre, por lo que la hipótesis de unas terceras elecciones en menos de un año va cobrando fuerza. Incluso ya se habla de una fecha: el domingo 27 de noviembre.

Salvo la decisión tomada por Ciudadanos de abstenerse en la segunda votación de una hipotética investidura de Rajoy, nadie más ha movido ficha. El PSOE sigue instalado en el "no", aunque muchos piensen que si a última hora hiciera falta, podría abstenerse para dejar gobernar al candidato del PP. Pero de momento, la decisión del Comité Federal del PSOE es un rotundo "no" a esa investidura.

El PP y su candidato Rajoy tampoco es que hayan hecho, de momento, grandes esfuerzos para granjearse el apoyo de alguna otra fuerza política. Da la impresión que los populares lo juegan todo a una sola carta: o el PSOE se abstiene y les permite gobernar o se irá a unas terceras elecciones, en el convencimiento que en esa nueva cita con las urnas los resultados les serían más favorables. En cuanto a Podemos, sus malos resultados del 26-J les sacan del circuito de influencia a la hora de ser determinantes para la configuración del nuevo ejecutivo.

Con media España de vacaciones y la otra media a pocos días de estarlo, los ciudadanos asisten entre cansados y pasotas a este esperpento en que se ha convertido el proceso de formar gobierno. Son ya muchos meses de dimes y diretes, donde la clase política ha dado muestras más que evidentes de una mediocridad alarmante.

Nadie piensa en el bien general, en lo que interesa a nuestro País. Todo es puro interés personal y partidista. Falta altura de miras, capacidad de negociar y pactar. Es una clase política, la que actualmente campa por España, muy ramplona. Pero tampoco está claro que ese cansancio y hartazgo ciudadano se tradujera en no ir a votar si hubiera nuevas elecciones. El 26-J, donde ya existía ese hastío, la participación fue ligeramente superior que la que hubo en diciembre.

Estamos viviendo el peor momento, desde el punto de vista de lo que debe ser la actividad política, si se toma como referencia temporal la transición política. Entonces si hubo por parte de los dirigentes políticos de aquel momento -Suárez, Carrillo, González, Fraga- altura de miras y capacidad para ceder y pactar. Todos se dejaron algún pelo en la gatera.

Y gracias a eso, la transición de la dictadura a la democracia fue un éxito. Cuarenta años después, no estaría de más que los políticos actuales se miraran en aquel espejo y sacaran sus conclusiones.


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