A ver. Entendemos que siente mal en la moqueta y sus aledaños que la población recurra a un modo de expresión históricamente acotada y reservada para los afines del pistolero y los del cambio- toma redundancia-.
Pero hete aquí que mucha gente se ha visto obligada a dar un pasito adelante para gritar a los cuatro vientos que está hasta los dídimos de la desnaturalización de su tierra chica en pos de un sueño milenarista nacido de las meninges del hombre más estúpido del siglo XIX, Sabinico El Corto, y llevada a cabo por sus descendientes. Debe ser todo un honor abrazar los postulados del antepenúltimo paso de la evolución.
Creo pertinente el intento de tranquilizar a Diputación y Ayuntamiento. No va a haber contenedores quemados, carreras de obstáculos, fuegos artificiales o escaparates añicados. O sea, en su diccionario, un cagarro de manifestación. Habrá gente y espero que mucha. Quizá se cante alguna jota, se insulte un poco o se le mente la madre al egregio historiador con báculo. Pero nada más.
Laurita Podemita ha dicho que no estaría mal convocar una contramanifestación. Lo veo correcto pero, por favor, eeehhhmmmm, hummmmm, eeeeeeeeeeee, ¡que no lea ella el comunicado! Puede aparecer alguna plusvalía y se nos va esto de las manos y del reloj- y me la trae al pairo que la Academia haya quitado la tilde a “ésto”-. Mejor se le encarga a la presidenta del parlamento. Que nos amenace con jodernos, como suele, y a otra cosa baterflai.
Quizá se sorprendan los del kambio al ver el día tres de junio a familias, niños, hombres y mujeres, maduros, lactantes, desdentados y mediopensionistas. Quizá no lo soporten porque la comparación les va a resultar insoportable. No van a entender las sonrisas, los abrazos y la sensación de comunidad. Les va a enajenar la ausencia de piedras, cócteles, palestinos sobre camisetas moradas y capuchas negras.
Me encanta la reacción, esperada por otro lado, que la convocatoria está causando en ese gran entramado que adorna al nacionalismo vasco. Ahora bien, tontos seríamos si esta defensa de la bandera se quedara en algo meramente simbólico como oposición al invento aránido.
Nos encontramos ante la pintiparada ocasión para avisar y/o amenazar a UPN, PP, PSOE y C´s de que su primera misión a la vuelta al sillón no será otra que derrumbar con arietes vikingos toda la obra de ingeniería social promovida y financiada por el cuatripartito del apocalipsis. De no hacerlo, el concepto de traidor cobrará un nuevo significado y en el diccionario no constarán una serie de definiciones, sino unas pocas fotos de aquellos que nos vendieron a un único e irrefrenable postor.