- lunes, 17 de febrero de 2025
- Actualizado 08:27
Hoy me he levantado y he acudido raudo a la peluquería para que Maite me corte los cuatro pelos de rigor. Después, con mi perra Tota, me he dirigido al bar de Rosario a por mi pareja de cafés- Dios, qué bueno- para despertar al cerebro- ¿hay alguien?-. De ahí a la Academia. Debía llamar a Magdita para cerrar la compra de cierto material que necesito con urgencia.
Mientras todo el mundo va a enfrascarse en la repugnante anécdota de si un diputado resopló, rebuznó o escupió a un ministro de España, mientras los tertulianos a peso van a asegurar que fue un estornudo o que esputó el virus ébola por su putrefacta boca podemos perder la ocasión de dar el ejemplo perfecto de como funciona una mente enferma.
No deja de ser curioso que hable de estado autoritario uno de los grandes “autorizados” de este país. No deja de extrañar que alguien que siempre gozó del respeto y admiración de toda una nación y alrededores eche por tierra toda su capacidad intelectual y empática con una enorme pléyade de seguidores por la genuflexión que exige la ideología de la mediocridad.
Las imágenes de la trifulca en un partido de niños en Mallorca no dejan lugar a la duda sobre la necesidad de repensar ciertos lugares comunes que todos utilizamos- y seguramente muchos nos creamos- sobre el fenómeno que llamamos violencia.
¿Qué esperábamos? ¿Una subvención? Esa página web resultaba tan ominosa para los cerriles como unos temas de reguetón en el concierto de año nuevo. Barkos y compañía no hacen más que cumplir las verdades que su catecismo proclama.
Es lo que tienen estos prontos. Ves un video, aparece una chica sin cabeza pero con voz ....y zasca, Cupido te envenena la sangre con esa basura de arco rosa.
Vi a aquellos jóvenes que gritaban y se quejaban. En la tele y en directo; en Sol. Todo un mosaico. El movimiento del 15 M supo a gloria. Gloria porque es la primera generación de veinteañeros que, en mucho tiempo, dedica una parte de su tiempo, dinero, intelecto y mala leche a remangarse e intentar dar una buena coz al poder.