Un debate bronco cargado de reproches mutuos

Un debate bronco, áspero, duro, agresivo y plagado de descalificaciones. El candidato de PSOE a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, salió anoche a degüello, en tromba, contra Mariano Rajoy. La crispación entre los dos aspirantes alcanzó el punto álgido al abordarse el problema de la corrupción. "Cuando le envió el sms a Bárcenas debió dimitir", espetó Sánchez a Rajoy. Y concluyó: "Para ser presidente del Gobierno hay que ser una persona decente. Y usted no lo es". Rajoy, indignado, se revolvió y le tildó de "ruin", "mezquino" y "deleznable.

Desde el punto de vista de la confrontación de ideas y de programas el debate fue poco edificante. Sin prácticamente puntos de encuentro, los dos candidatos se reprocharon mutuamente su pasado y, por momentos, abrumaron a los telespectadores con una catarata de datos cruzados.

A falta de cinco días para las elecciones del 20-D, habrá que ver si Sánchez ha logrado su propósito de movilizar a los indecisos y de paliar la sangría de votos hacia Podemos y Ciudadanos. Rajoy, por su parte, evidenció en el debate que ha actuado cuanto menos de una forma laxa contra los casos de corrupción y que ha adolecido de una respuesta creíble contra esa lacra. Ahí radica el talón de Aquiles de los populares y donde estriba el mayor riesgo de trasvase de votos hacia Ciudadanos. Quizá los grandes vencedores del debate de anoche fueron precisamente los candidatos ausentes.