• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión /

Una paliza de la que muchos tienen culpa

Por Editorial

El Gobierno de Uxue Barkos ha propiciado un clima de odio y enfrentamiento con sus continuos desplantes a instituciones como la Guardia Civil. 

No se podrá culpar directamente a un Gobierno de que una horda de analfabetos educados en la violencia y el terrorismo golpeara a dos guardias y a sus parejas el sábado en Alsasua, pero no es menos cierto que el Ejecutivo de Uxue Barkos ha creado un clima de odio y enfrentamiento desde su llegada al poder que no hace sino propiciar lo sucedido.

Barkos eligió para alzarse con la presidencia la compañía de Batasuna-Bildu-Sortu, el brazo político de ETA que sigue, no sólo sin condenar los asesinatos terroristas, sino que ha justificado y propiciado la persecución social de miles de ciudadanos navarros con sus campañas de extorsión, insultos y amedrentamiento permanente.

En compañía de I-E y Podemos, otro partido cercano en Navarra a las tesis de Batasuna, incapaz de condenar unas simples pintadas y callado ante los desmanes de los proetarras, Barkos ha creado un ambiente de desprecio continuo contra las fuerzas y cuerpos de seguridad, ya fuera la propia Guardia Civil o la Policía Nacional

La presidenta ha dado orden de dejar plantados institucionalmente a estos cuerpos en cuantos actos públicos han organizado y ha despreciado su presencia en Navarra. Su portavoz en el Parlamento, Koldo Martínez, se jactó de compartir con ETA su deseo de que la Guardia Civil se marche de Navarra

En Pamplona, el partido de la presidenta calla y permite que Bildu campe a sus anchas mientras convierte las fiestas de los barrios o cualquier evento en reivindicaciones en favor de los asesinos de ETA

Es indudable que la acción del Gobierno de Uxue Barkos ha ido encaminada a humillar y a poner de nuevo en el punto de mira a quién no piense como ella, todo ello desde una institución como el Gobierno de Navarra. 

Este el es Gobierno de "todos" del que presumía Uxue Barkos, una presidenta que tiene que acudir al hospital, por la puerta de atrás y a escondidas, a visitar a unos agentes apaleados por el odio y el sectarismo que ella misma siembra cada día en Navarra. 


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Una paliza de la que muchos tienen culpa