• martes, 16 de abril de 2024
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Opinión / Desde la década de 1990 realiza entrevistas para el periódico El Mundo.

Devolver al remitente

Por Esther Esteban

El otro día, por casualidad, me topé en televisión con un película, un thriller que se llamaba algo así como "Devolver al remitente".

El argumento giraba en torno a una mujer violada que planifican minuciosamente la castración y muerte de su agresor. Como película no valía nada, pero su programación era de plena actualidad, porque coincidió en el tiempo con esa noticia de una niña de 17 años, víctima de una violación múltiple en Brasil, que fue grabada en vídeo y colgado en las redes que se hizo viral y ha causado una gran conmoción en el país y escandalizado a todo el mundo. La joven de 17 años, que fue agredida por más de 30 hombres ha afirmado que no le "duele el útero", si no "el alma porque existan personas tan crueles que son impunes". Seguro que le duele el alma que tarda más en curar, aunque a su cuerpo, aún adolescente, se lo violentaron tanto que pone los pelos de punta imaginarse cómo debió quedar.

El delito se descubrió cuando uno de los sospechosos publicó en Twitter un vídeo de la chica desnuda y semiinconsciente, rodeada de varios hombres que la insultaban a cara descubierta mientras uno de esos malnacidos relataba que ya la habían violado más de 30.

Aunque la cuenta donde se publicó el vídeo fue suspendida y se ha identificado al autor del mismo -un joven 22 años, quien admitió que mantuvo relaciones "consentidas" con la víctima aunque negó su participación en la supuesta violación colectiva- el caso sigue abierto y las investigaciones avanzan muy lentamente". De momento el gobierno interino de Michel Temer ha anunciado que se creará un departamento en la Policía Federal para coordinar en todo el país la lucha contra los delitos a las mujeres y destacó que se han intensificado las investigaciones para "castigar con rigor a los autores de la violación". En resumen, una declaración de buenas intenciones.

Los hechos son tan terribles que duele tan solo intentar imaginar el suplicio que pasó esta joven que, según dijo, después de estar con su novio perdió el conocimiento y se despertó desnuda, narcotizada y rodeada por 33 hombres armados con fusiles y pistolas. "Sentí culpa, varias veces. No sé de qué. Siento basura saliendo de mi cuerpo, de mi boca, de mis ojos", dijo la joven en una entrevista de televisión donde

denunció que la policía que la interrogó tras conocerse los hecho intentó culpabilizarla: "Me preguntaron qué hacía allí, si había tenido sexo grupal antes", dijo.

Lo cierto es que la llamada, de forma a aberrante, "cultura de la violación" se está extendiendo como la pólvora en distintos lugares del mundo, se utiliza cada vez más como un arma de guerra, se raptan niñas para utilizarlas como esclavas sexuales que incluso, como se ha publicado estos días, se están llegando a vender por Internet, como

una mercancía más. Si de muestra vale un botón en Brasil una mujer es violada cada once minutos y en 2014 un total de 47.636 personas sufrieron una agresión sexual en ese a país. En cuanto a España ese mismo año se produjeron 1.298 violaciones, una cada siete horas, la cifra de la vergüenza.

No se trata de resolver ese asunto con una venganza similar a la que se plantaba en la película antes citada, pero tampoco de levantar solo la de voz de alarma, como ha hecho estos días la ONU, cuando ocurre un delito tan espeluznante como este u otros similares que han ocurrido recientemente en la India o Pakistán. Se trata entre otras cosas de acabar con ese concepto de la cultura de la violación, que es en definitiva un conjunto de prejuicios y falsas o retrógradas ideas que justifican la violencia sexual hacia la mujer. Si se dice No es NO.


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