• jueves, 18 de abril de 2024
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Opinión / Editor del Grupo Diariocritico.

Urge: se busca alternativa a Rajoy

Por Fernando Jauregui

Pablo Iglesias ha comprobado algo que, tras la asamblea de Vistalegre II, resulta innegable: la mayoría de los cinco millones que un día obtuvo Podemos es un voto de la izquierda 'dura', que no busca componendas ni aproximaciones a lo establecido.

El 'kerenskiano' Errejón pierde frente al 'leninista' Iglesias, en un congreso que, hay que admitirlo, ha registrado una notable transparencia y democracia interna. Pero también reconozco mi temor ante lo que ahora pueda hacer el muy poco previsible secretario general de Podemos.

Y admitamos todos nuestra inexperiencia ante la deriva que pueda adquirir la formación morada. Pero, ahora menos que nunca, puede ser una opción de gobierno: a estas alturas, ya no sé siquiera si Pablo Iglesias lo pretende. Así que hay que buscar una alternativa al parece que imparable Rajoy, que no puede quedarse solo con el poder y en el poder. Porque una democracia necesita, obviamente, alternativas.

O sea, es la hora del PSOE. Han terminado los congresos 'de reajuste', y el del PP no ha sido sino el de la continuidad, que tan bien le va a alguien que, tan contrario en todo a Iglesias, es previsible como Mariano Rajoy. No es bueno que alguien gobierne con mayoría absoluta, máxime cuando ni siquiera tiene mayoría absoluta, porque eso significa que, sin convencer del todo al electorado, no hay nadie que pueda disputarle la victoria. Un páramo político.

Ciudadanos ya celebró su congreso, prometiendo entrar en los gobiernos (autonómicos y municipales) tan tarde como en 2019. Se equivocó a mi juicio Rivera, que tan certeros diagnósticos hace, no buscando entrar ahora en el Ejecutivo de Rajoy, tal vez como vicepresidente de lo que debería haber sido un Gobierno mucho más reformista de lo que ahora nos aparece.

El PP ha pasado una página, exactamente igual a la anterior y muy parecida a la que antecedía a esta; así le va bien. Podemos se ha decantado por ser una formación crítica todo el tiempo, en casi todo y frente a todos: es más fácil jugar a la contra que administrar el éxito.

Desde luego, hay que olvidar a aquel Iglesias que, el 22 de enero de 2016, se ofrecía para ser vicepresidente, responsable de los servicios secretos, de los medios públicos incluyendo RTVE, de Interior, de Defensa... permitiendo graciosamente la presidencia para el socialista Sánchez, que a punto estuvo de morder el cebo, un cebo que significaba casi un 'golpe a la venezolana'.

Iglesias no es una opción de gobierno; Errejón quizá pudo serlo algún día, aliado con un PSOE que no estuviese liderado por Sánchez, que sobradamente ha evidenciado su incapacidad para montar una opción de poder político.

Y tal vez por ello acabe, paradójicamente, encontrando el apoyo de unas bases que ya han demostrado, en todas las formaciones, estar más radicalizadas que quienes dirigen los partidos. Tal vez esa alianza, de los 'errejonistas', que a medio plazo no pueden esperar sino apartamiento y desdén por parte de Iglesias, con un socialismo pragmático, que nunca podría ser el de Sánchez, sea la alternativa posible al centro-derecha de Rajoy. Algún día. Tal vez.

Ahora, sin embargo, le toca a Rajoy. Sin alternativas, al menos hasta el mes de junio. Cuando el PSOE decante a su principal dirigente, cuando el partido que fundó Pablo Iglesias (Posse), hace casi ciento cuarenta años, vuelva a tener cabeza y voz: se llamará Susana Díaz, o Patxi López, o habrá un 'pacto del Betis' entre ambos.

Pero con Sánchez esa operación no será posible. Con Sánchez, el PSOE se romperá ineludiblemente, porque el ex secretario general simplemente no se habla con la mayor parte de los 'barones' territoriales, ni con los que fueron sus lugartenientes, ni con la mayoría de los veteranos a los que arrinconó.

Puede que entonces Sánchez, que tendría que crear un 'nuevo' PSOE, liberado del comité federal, intente aglutinar una oposición con Pablo Iglesias (Turrión), con algunos nacionalistas, quizá acompañados por Bildu...

Un desastre, pienso. Esa, claro, no es una alternativa a ese Rajoy al que Sánchez e Iglesias, cada uno a su modo, han contribuido a fortalecer. Tenemos Rajoy, ya ve usted, para rato. Sea para bien o incluso para mal, que tampoco será para tanto. A ver qué diablos hacen en el PSOE de aquí a su congreso de junio.


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