• sábado, 20 de abril de 2024
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Opinión / Periodista. Director de Comunicación y Marketing del Consejo General de la Abogacía Española.

El ejemplo y la indignidad

Por Francisco Muro de Iscar

El Papa Francisco ha viajado a Lesbos, como antes hizo a Lampedusa, para denunciar otra vez la globalización de la indiferencia. Y para dar ejemplo. 

Es solo un gesto, pero se ha llevado al Vaticano tres familias de refugiados sirios y ha demostrado que se puede acoger a los que piden asilo. Es, sin decirlo abiertamente, una bofetada a los Gobiernos europeos por la indignidad que están demostrando en esta terrible crisis, generada en buena medida, como dice Noam Chomsky y sabemos todos, por las propias políticas de los países europeos y por una Unión Europea que está escondiendo en el desván sus propios principios constituyentes.

Francisco enseñó a los periodistas algunos de los dibujos que le habían regalado. En uno de ellos, un niño pintaba a otro ahogándose en el mar y otro pintaba al sol llorando... Jamás podrán olvidar lo que han visto esos niños que han logrado llegar a Europa huyendo de la guerra, de la persecución, de una muerte segura y que han encontrado vallas, alambradas, desprecio... Muchos de esos niños llegan a Europa con sus familias. Pero ayer se divulgaba un dato que debería hacernos reflexionar y actuar. Más de 96.000 menores solos -legalmente "menores no acompañados"- pidieron asilo en Europa en 2015. Viajan solos, en algunos casos porque sus familias les embarcan para que se reúnan con otros parientes o para que sean la avanzadilla de una futura reagrupación familiar, pero en otras porque sus padres tratan de salvarles de esa muerte segura.

Muchos son adolescentes, pero los hay también menores de 6 años o entre 7 y 12 años. Esa cifra es la de aquellos que han pedido asilo -35.000 solo en Suecia-, pero hay muchos más que se esconden en lugares como Calais y otros miles que no tienen papeles y que nadie sabe dónde están. Recientemente se publicó el dato de que Europol desconocía el paradero de 10.000 menores refugiados que pueden haber acabado en manos de las mafias, aunque probablemente muchos huyen de la tutela oficial ante la falta de respuesta a la petición de asilo y la imposibilidad de trabajar. Solo en Alemania, la cifra de menores desaparecidos es superior a los 6.000.

En España, los menores no acompañados no son un problema de la crisis siria. Existía antes y organizaciones como la Fundación Raíces saben mucho de eso porque les han dado acogida y respaldo, pero se ha agravado y puede haber cientos de niños sirios sin ningún tipo de control, registro o apoyo. El Vaticano tiene ya casi más refugiados sirios que España. Europa paga miles de millones a países terceros para que no entren en nuestras fronteras. El viaje de la vergüenza a la indignidad continúa. Solo el ejemplo de Francisco abre una puerta a la esperanza. Si se quiere, se puede acabar con el problema.


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