• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Periodista. Director de Comunicación y Marketing del Consejo General de la Abogacía Española.

El soborno como normalidad

Por Francisco Muro de Iscar

El 50 por ciento de los directivos españoles creen que el soborno en España es frecuente según una encuesta, lo que nos situaría en el puesto 21 de un "ranking de la vergüenza",

diez puestos por encima de lo que estábamos hace dos años cuando sólo el 29 por ciento de esos directivos opinaba lo mismo. Ha aumentado la percepción de la corrupción, aunque no necesariamente se haya incrementado ésta. La misma encuesta señala que hay algunos países donde la percepción de sus directivos no supera el cinco por ciento: Finlandia, Suecia Dinamarca y Arabia Saudí. Esto último me hace sospechar de la fiabilidad de la muestra, pero dejémoslo ahí. Otra percepción de nuestros directivos es que se ha mejorado en la puesta en vigor de herramientas para luchar contra la corrupción, pero que tenemos un problema con la lentitud de la Justicia -causada por la falta de medios no por los jueces- que crea una sensación de impunidad entre los infractores.

Que yo sepa no les han preguntado a estos directivos cuántos de ellos han pagado sobornos o los han recibido. Seguramente la respuesta sería muy inferior a ese 50 por ciento. Lo que pensamos de otros no siempre coincide con la exagerada idea que tenemos de nosotros mismos. Estos directivos indican que el 55 por ciento de sus empresas cuentan con mecanismos para identificar los riesgos y una buena parte dice que si conociera internamente un caso de esos no lo denunciaría. Muchos condenan la corrupción, pero no reconocen realizar prácticas corruptas como evasión de impuestos, alquileres sin contrato o ilegales, cobro del paro mientras se está trabajando, contratación fraudulenta de trabajadores... Hay mucho fariseísmo que se escandaliza de lo que hacen otros y se vanagloria de lo que hacen ellos. Pícaros desde siempre, pero indignos de alcanzar el prestigio o la gloria. Ni la literaria ni la otra.

Hay expertos en lo que Santiago Álvarez de Mon llama la "inteligencia tramposa", pero que también podría denominarse la "golfería inteligente". Los casos de Mario Conde, Luis Pineda, Santiago Bernad, Rodrigo Rato, Jordi Pujol & familia, José Manuel Soria, Miguel Blesa y tantos otros lo demuestran. Y eso hay que extenderlo a muchos políticos renombrados, ex presidentes autonómicos, consejeros, altos cargos y no pocos empresarios. Pero todos ellos juntos no representan en absoluto a la clase política de este país ni tampoco a la empresarial, por más que muchos sigan considerando a estos personajes como gente que merece -y se lo han dado- hasta doctorados "honoris causa" por Universidades que se ufanan de su "prestigio". Y contra o que dicen los encuestados a los que me refería más arriba, aquí lo único que funciona de verdad, es la Justicia, que acaba sentando en el banquillo igual a una infanta que a un político todopoderoso o a un empresario que tropieza dos veces en la misma piedra. No mide a todos por igual -hay algunos que siguen en la calle mientras gente que apenas ha hecho nada sufre en la cárcel- pero no tiembla ante el poder.

Los que han robado el dinero de otros han hecho tal daño a esta sociedad que, además de devolver lo robado, merece algo mucho más duro que la justa sanción penal. Pensar que el soborno es "lo normal" es un cáncer con el que hay que acabar.


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