Para que algo te atrape, hay una fórmula casi mágica: que te lo oculten. Lo prohibido despierta una atracción irrefrenable. Si lo esconden, debe ser importante. Eso pensé de pequeño, con apenas seis o siete años, durante unas vacaciones en Andorra. Unos operarios forraron con cañizo la valla que separaba nuestro alojamiento de un campo de fútbol, bloqueando la vista. "Si lo ocultan, debe ser importante", me dije. Movido por la curiosidad, abrí un hueco entre las cañas para espiar los gritos que venían del otro lado.
Lo que descubrí fue al FC Barcelona de Terry Venables en plena pretemporada. Cogí una silla y pasé horas observando a los jugadores hacer ejercicios. Mis padres alucinaron, porque nunca he sido de mantener la atención mucho tiempo en algo. Me sentí privilegiado, pero no entendí nada. El interés no bastaba; faltaba alguien que me lo diseccionara, que me diera la clave para comprender. Desde entonces, me fascina la gente que sabe explicar el fútbol: el concepto, el juego, la mecánica. Cualquier detalle me vale: el porqué de las cosas. Podría escucharles durante horas, aprendiendo.
Dicen que Osasuna no fichó a Alessio Lisci solo por su milagro de llevar al Mirandés a las puertas de Primera, sino por la sensación que dejó en Tajonar al dar una charla a los técnicos del club. Y me lo creo. La primera vez que oí hablar a Lisci, el nuevo entrenador de Osasuna, volví a sentirme privilegiado. Pero esta vez no por descubrir algo oculto, sino porque me lo mostraban con puertas y ventanas abiertas, sin esconderme nada. Este hombre sabe contarlo. Quiero escucharlo todo el tiempo, absorber todo lo que tenga que enseñarnos sobre fútbol.
Me recordó a Sergio Scariolo, el seleccionador de baloncesto que a muchos nos ayudó a entender ese extraño juego donde cinco tipos en camiseta de tirantes intentan encestar un balón. Un italiano que domina su oficio y lo transmite con una calma que te convence de todo. "¡Lo entiendo, por fin!", exclamas, como cuando un buen profesor en el colegio te guiaba hacia la solución de algo que te tenía atascado.
Que algo te interese te llena de alegría, pero comprenderlo te da un subidón que es de otro nivel. Es como cuando aprendes a leer y todos esos trazos mudos en las hojas adquieren sentido, atrapándote sus pensamientos, sus ideas.
Siempre hay luz al final del túnel, pero no todos llegan a verla. Por eso es tan valioso que alguien te tome de la mano y te lo explique. Alessio Lisci es didáctico, una cualidad propia de los sabios.
La tranquilidad que mostró después de los tres primeros partidos perdidos de pretemporada, que hizo carraspear a muchos aficionados como si fuera esto ya un catarro de invierno, también dice mucho del cuajo y el empaque del entrenador que hemos fichado. Calma: esto no ha empezado, son solo pruebas, siempre ha sido así en mi vida, nos avisó. Estamos moviendo todos los engranajes para lograr encajarlos de la forma más eficaz posible. Hay que comprender la máquina para que la máquina nos devuelva su mejor versión.
La goleada al Mirandés del último partido ha hecho respirar a muchos agónicos. No a mí, que tenía la ilusión intacta. Tengo unas ganas de que empiece la Liga como no recordaba. Este año vamos a aprender mucho de fútbol con él. Ojalá, porque la pelotita es caprichosa, ganemos y se quede en Osasuna muchos años. Y eso es todo.
