• domingo, 25 de agosto de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Los boronos de la ikurriña en el Chupinazo de San Fermín

Por Javier Ancín

Ya verás cuando se enteren de esto los aberchándales, que hay un acto espontáneo del pueblo que ha cogido cada vez más fuerza porque solo va de festejar la vida, cómo lo acaban jodiendo también, como todo lo que tocan, con su mierda de política.

Hacer tiempo. Los Sanfermines también son un poco eso. Esperar. Esperar a los fuegos, esperar a los churros de la Mañueta, esperar al encierro, a que salga la procesión, el momentico o a que pasen los gigantes. Esperar. Esperamos en los tendidos y en las andanadas a que pase el tercer toro para sacar la merienda. 

Y lo que no son propiamente los Sanfermines. La escalera es una espera, un ir de rellano en rellano, mes a mes, celebrando cada piso para que la larga espera tenga sus propios puntos de llegada, de ceremonia, de alegría, de vida. Esperamos pero vivimos. Esperamos seguir viviendo.

Pensaba en ello ayer, viendo el Chupinazo por la tele a los boronos de la ikurriña, amarrado a una barra, tras lograr pedir unas cañas, intentando hacerlas llegar a mis amigos, organizando una perfecta cadena humana de desconocidos para lograrlo. El ser humano a veces es extraordinario, otras es profundamente imbécil. 

Cómo tienes que tener la cabeza de agujereada de nacionalismo, podría de ideología la sesera, cómo tienes que tener de perdida la vida, para en vez de estar disfrutando de la espera, con la cuadrilla, con el mundo, meterte al Chupinazo a mantener con tus manos tensa, firme, una tela con un mensaje político/sanguinario en mitad de una marejada de gente feliz, eufórica. 

A hostias, porque ese hueco solo se puede mantener a hostias, también te digo, para que tu ikurriña, para que tu pancarta de los asesinos etarras, para que tu mensaje de socialismoa prevalezca sobre el mar de cabezas. Por encima de los seres humanos, la monserga aberchándal, para que se vea en la tele... en la puta tele. Menuda metáfora totalitaria.

Te aposentas con un par de horas al centro de la plaza del ayuntamiento a esperar el Chupinazo, a disfrutar de la espera del cohete y una manada de boronos aberchándales te acaban metiendo bajo una tela de sus monsergas y que hacen que no te enteres de nada, por no hablar del agobio. Si ya es asfixiante a cielo abierto, imagínate tratar de respirar bajo una tela, sin mucho oxígeno, empapada en alcohol. La angustia que tiene que dar eso, mon Dieu. Así te mueras ellos no se apartarán de su misión de mantener prieta la ikurriña porque la ikurriña lo es todo. Si esa ikurriña es devorada por la masa festiva, su existencia como boronos será la más triste del mundo, en mitad de la alegría más desbordante como son esos momentos previos al inicio de las fiestas. 

Madre mía, el aberchandalato, la trompilla cada vez está peor de lo suyo -los que les mandan viven como Dios comiendo canapés, con k, y bebiendo en copa de cristal , las dos con k también, desde el ayuntamiento-. Son como aquel pobre infeliz sin muchas luces que se ponía detrás de los personajes del corazón para que le sacaran en los programas de cotilleos, chupando cámara.

Luego todo pasa, se van las cámaras, la monserga batasuna con ella, y comienzan las verdaderas fiestas con una plaza latiendo al son de las gaitas, sin pancartas, sin pose, sin nada, solo brazos al cielo y saltos al son de la rumba del cañón... nuestra propia vida cañón. Oye, pero ni una ikurriña, nada, sin telas con mensajes batasunos, sólo humanidad al son de los tambores. Qué maravilla. 

Ya verás cuando se enteren de esto los aberchándales, que hay un acto espontáneo del pueblo que ha cogido cada vez más fuerza porque solo va de festejar la vida, cómo lo acaban jodiendo también, como todo lo que tocan, con su mierda de política. Y eso es todo.

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Los boronos de la ikurriña en el Chupinazo de San Fermín