Hace años que Rubiales debería de haber estado fuera. Chanchullos y episodios chuscos los ha tenido desde el inicio de su mandato, lo que pasa es que el tipo es de familia del PSOE y el partido lo ha protegido.
Como buen socialista que es -ha mamado el caso de los ERE andaluces en la cabeza de su señor padre y su madre andaba hace unas semanas, en las redes sociales, celebrando que Pedro podía volver a ser presidente pactando esta vez hasta con Puigdemont-, va a pelear el cargo hasta el final. Para ello está desplegando todo el Manual de resistencia, la autobiografía que le escribieron a Sánchez, en esa guerra del PSOE contra el PSOE que se ha desatado en mitad de lo que debería de ser una fiesta del fútbol femenino.
No descarto que resucite, después de que un Santos-Cerdán-de-la-vida que encuentre en algún desván olvidado de la federación, le haga de chofer en un periplo tan excéntrico que lo devuelva a la poltrona como el que realizaron Sánchez y el Sancho Panza navarro. Sanchismo puro es esto, pero sin pelo.
Poco más se puede añadir del caso, salvo que una madre por un hijo que cobra un millón de euros al año hace lo que sea, incluido el esperpento de ponerse en huelga de hambre en una iglesia, y que Jenni Hermoso sigue sin denunciar en un juzgado.
Supongo porque al final la que se tendría que sentar delante de un juez es ella y no todo el tropel político, social, mediático que la está presionando para que siga el espectáculo. Indecente es el uso que está haciendo Irene Montero y asociadas de todo esto para hacerse perdonar que con su ley del sí es sí -con su ley aprobada gracias al PSOE, que siempre se olvida-, hayan puesto en libertad, antes de que cumplieran su pena, a decenas y decenas de violadores.
Yo no he estudiado Derecho, pero supongo que le han asesorado profesionales explicándole, como a mí cuando he hecho alguna pregunta, que cuidado, que todos estos que andan aprovechándose de su caso, como fuera condenada ella y tuviera que pagar indemnizaciones -juicios tengas y los ganes, como reza la maldición gitana-, desaparecen de escena, se apagan los focos, las televisiones dejan de grabar, mientras ella abre la cartera y pone billete sobre billete en la mano de la otra parte.
La final fue el 20 de agosto, pues bien, tres días antes, el 17 de ese mismo mes, en Burlada, hay una denuncia, aquí sí, por violación de una niña de 13 años. Nos enteramos ayer, y de rebote, casi dos semanas después.
Mientras Txibite se ponía estupenda para que todos viéramos lo buena persona que era -miradme, hago gestos, me posiciono y me pronuncio- con un caso que es un circo, en el territorio que se supone administra o gobierna o cobra como si administrara y gobernara, tenía una niña a la que supuestamente habían violado y que no se le prestó mayor atención. Paladas y paladas de silencio.
El presunto violador fue detenido una semana después, el día 24 de agosto, en pleno show de la Jenni y el Luís, pero tampoco tuvo tiempo Txibite para solidarizarse entonces con esa niña. Con lo cerca que le pillaba, que podía haber bajado en villavesa hasta el ayuntamiento de Burlada, para hacer los mimos gestos y posicionarse y pronunciarse de igual modo que en el caso del pico futbolístico.
¿Ustedes se habían enterado de todo esto? Yo tampoco. Aunque sea un millón de veces más grave, lo que no da votos al PSOE no existe. Y eso es todo.