• miércoles, 03 de septiembre de 2025
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Opinión / A mí no me líe

Al final los aberchándales acabarán matando a un ciclista

Por Javier Ancín

¿Ante qué protestan? Pues ante lo que se les ponga delante. ¿Un ciclista? ¡Pues un ciclista! Qué más da, el caso es protestar, manifestarse, agitar banderas, pintar pancartas y colgarlas.

Un grupo de personas intenta parar la etapa de La Vuelta en Lumbier. NAVARRA.COM
Un grupo de personas intenta parar la etapa de La Vuelta en Lumbier. NAVARRA.COM

Dicen que cuando Tom Simpson, en aquel Tour de 1967, se desplomó en el Mont Ventoux, ciego de anfetaminas, agónico ya, tumbado en la carretera, seguía dando pedales al aire, contra la nada. Es lo primero en lo que pensé al ver a los aberchándales, como pollos sin cabeza, irrumpiendo con sus banderas palestinas contra los ciclistas de la Vuelta a España. Les salta el automático, les puede la inercia de décadas de liarla, siguen pedaleando en vacío, sin avanzar un solo metro, contra su delirio.

Los aberchándales han llegado a tal punto de chaladura que ya no saben ni por qué protestan, ni ante quién, ni para qué. Tienen tan interiorizada la queja que protestan por inercia. Si no protestan, revientan. Sus jefes, que los conocen muy bien, conscientes del desastre que tenemos en Navarra con la sanidad arrasada, la vivienda imposible de acceder y la corrupción generalizada saliendo por las orejas del aberchandalato, prefieren mantenerlos entretenidos con monsergas peregrinas, no vaya a ser que alguno diga: “Un momento, para, para, para… que conseguir la paz en el mundo está muy bien, pero lograr que te atienda un médico antes de morirte en esta interminable lista de espera está mejor”, y se rebelen contra ellos. Les dicen que salgan por Palestina, y ellos, en tromba, salen por Palestina.

Están en un punto de barroco borono tan recargado que han llegado al absurdo churrigueresco, incluso aplicando su propia lógica aberchándal desquiciada. Ya no saben ni por dónde les da el aire. ¿Ante qué protestan? Pues ante lo que se les ponga delante. ¿Un ciclista? ¡Pues un ciclista! Qué más da, el caso es protestar, manifestarse, agitar banderas, pintar pancartas y colgarlas. Estar entretenido. Llega el pelotón y saltan, como boronos, a por él. En las imágenes se aprecia que al menos un ciclista se ha metido un porrazo contra el asfalto. Otro heroico acto de los aberchándales que pueden sumar a su interminable hoja de servicios: “¡Hemos tirado a un ciclista por Palestina!”. Traen la Vuelta a España con el dinero de todos, que una etapa con salida, meta y desarrollo íntegro por Navarra ha debido de costar un pastón de dinero público, para tirar ciclistas por el bien de Gaza. Maravilloso. Braboak. Aplausoak.

Al final, van a matar a alguien provocando una caída, ya verás, o se van a matar ellos, como la loca Charo del vídeo que ha circulado por todos lados, a la que un policía tuvo que sacar con dos porrazos de mitad del torrente de bicis, motos y coches para que no se la llevaran por delante.

Recuerdo cuando era pequeño, aquella vez que, por poner los aberchándales unos bombazos a los ciclistas, la etapa de la Vuelta llegó tardísimo a Pamplona y nos cayó encima una granizada de mil pares de demonios que no nos hubiera correspondido de haberse desarrollado todo de forma normal. Refugiado en el túnel de acceso a la Ciudadela, intentaba escuchar en el walkman quién había ganado la etapa. Ahí comprendí que los aberchándales, además de asesinos, son gilipollas.

Aquellos bombazos, al menos de forma demente, tenían un motivo claro para los aberchándales: la prueba se llamaba Vuelta Ciclista a España, joder, pone España y eso era intolerable: vamos a matar ciclistas. Pero ahora, ni ellos mismos tienen idea de por qué quieren matar a esos mismos ciclistas esta vez. Les han dicho que a protestar, y ellos a protestar, no vaya a ser que alguno se gire contra Asirón y le pregunte cómo se ha podido gastar tantos millones en poner cuatro bordillos y seis matojos en su reforma de la avenida de Pío XII, donde una vez finalizó una etapa del Tour de Francia, por cierto, y si no lo ha quitado el alikate de Irroña, había por ahí un monumento conmemorativo. Y eso es todo.

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Al final los aberchándales acabarán matando a un ciclista