Lo que se va a homenajear son asesinos etarras y, con ellos, un proyecto fantasmagórico de terror y dictadura que ha asesinado a mil personas en particular y a millones en general como sociedad.

Lo que se va a homenajear son asesinos etarras y, con ellos, un proyecto fantasmagórico de terror y dictadura que ha asesinado a mil personas en particular y a millones en general como sociedad.
Una parte de Bildu —es decir, Bildu, la coalición del alikate Asirón— está preparando en Irroña un homenaje a dos de sus etarras condenados a muerte en 1975.
Una de las trolas que quieren colar últimamente los aberchándales, para justificarse y así poder celebrar los crímenes y a los criminales, es que los etarras durante el franquismo eran luchadores por la democracia. Falso. ETA nunca ha tenido entre sus objetivos derrocar al franquismo para instaurar una democracia en España. Los aberchándales siempre han querido matar para desgajar el País Vasco del Estado español, bajo la fórmula que tuviera ese Estado: mataron en dictadura y mataron en democracia. Mataron en una monarquía parlamentaria y habrían matado también en una tercera república española.
Si Franco les hubiera concedido la independencia, no habrían seguido luchando contra el franquismo “por la libertad” ni por esas monsergas grandilocuentes con las que ahora nos bombardean. Basta un dato: su año más sangriento fue 1980, con 97 asesinatos, cinco años después de muerto Franco y con dos años de Constitución aprobada.
Si la Transición no descarriló no fue porque los aberchándales no lo intentaran, sino porque no pudieron. Sabían perfectamente que, si se consolidaba la democracia en España, sus ansias de instaurar un régimen dictatorial vasco en mitad de Europa se iban a complicar muchísimo, como los hechos han demostrado.
Ni siquiera perseguían, durante el franquismo, una democracia para su Euskkkalerría. Lo que pretendían instaurar era un régimen socialista marxista-leninista, una especie de Cuba del Cantábrico, un Estado satélite de la URSS. Una ida de olla completamente liberticida.
Decir que un etarra durante el franquismo era un luchador por la libertad es como decir que un violador durante el franquismo perseguía la liberación sexual de la mujer. Un etarra era un asesino con Franco y sin Franco, y un violador era un violador con Franco y sin Franco, independientemente de la pena que se les impusiera por sus delitos.
Si a un violador lo hubiera ejecutado el franquismo, no lo convertiría en otra cosa que en un violador ejecutado. Con los etarras pasa lo mismo: que fueran condenados a pena de muerte no los redime de sus crímenes. Además, ni siquiera la pena de muerte era un hecho extraordinario en aquellos años, algo exclusivo del franquismo. En el contexto histórico mundial del siglo XX, estaba a la orden del día.
La última persona guillotinada en la democrática Francia, por ejemplo, lo fue en 1977, dos años después de los etarras que ahora quieren homenajear los socios del PSOE en Pamplona. Es decir, que si a esos etarras les hubiera dado por matar gendarmes en el Estado opresor francés de los años 60/70, los habrían guillotinado. Y quién sabe si en un hipotético régimen socialista vasco no habría habido también pena de muerte en su ordenamiento, como ocurría en todos los regímenes satélite de la URSS: la última ejecución en la Alemania Oriental fue en 1981; en Polonia y Hungría en 1988; en Bulgaria en 1989. En Rusia aún hoy existe la pena de muerte, aunque no se ejecute desde 1999.
La pena de muerte, de hecho, sigue vigente en Occidente 50 años después de que Franco desapareciera, y no solo en Estados Unidos. En junio de 2025, en Tokio, los japoneses ejecutaron a un asesino múltiple. Ni te cuento en lo que no es Occidente: basta mirar a China.
Nadie que haya visto El verdugo, de Berlanga, puede estar a favor de la pena capital. Yo no lo estoy, desde luego. Pero eso no me impide ver lo esencial: en Pamplona no se quiere homenajear a condenados a muerte ni se pretende un alegato contra la pena capital. De hecho, los aberchándales han tenido siempre en la pena de muerte extrajudicial la base de su actuación política. Lo que se va a homenajear son asesinos etarras y, con ellos, un proyecto fantasmagórico de terror y dictadura que ha asesinado a mil personas en particular y a millones en general como sociedad. Nada que celebrar. Y eso es todo.