• lunes, 15 de diciembre de 2025
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Opinión / A mí no me líe

El silencio ante los accidentes laborales y de tráfico en Navarra, según el 'aberchandalato' de Chivite

Por Javier Ancín

“Lo terrible es que el silencio no es un fallo del sistema. Es el sistema funcionando exactamente como fue diseñado: no hables, no seas facha, y los problemas dejan de existir”.

Accidente de tráfico. ARCHIVO
Accidente de tráfico. ARCHIVO

Hay dos formas de afrontar los problemas. Una, la difícil: detectar el problema, poner a gente competente a estudiarlo, romperse la cabeza buscando soluciones, aplicar las medidas necesarias con todos los recursos que hagan falta y resolverlo. La otra, la fácil: no hacer nada. Dejar que el problema continúe, pero silenciarlo. Que nadie hable de él. Si no se habla de algo, no existe.

Esta segunda fórmula es la que, de forma sistemática, utiliza el aberchandalato de Txibite. Tiene fuerza suficiente para imponer el silencio: controla sindicatos, medios de comunicación y el clima social. No hay debate. Solo silencio. ¿Otro muerto por accidente laboral? Pues otro muerto. ¿Otro muerto por accidente de tráfico? Pues otro muerto. Silencio.

No hay nada como normalizar una situación. Que la sociedad la asuma, convertirla en rutina y seguir viviendo. “Pues será normal”, se dice la gente. Si ocurre, vuelve a ocurrir y no pasa nada; si nadie se queja, si no hay protestas masivas —como sí las hay por causas más lejanas y abstractas— será que tiene que ser así. Las sociedades se acostumbran a todo.

Pero las sociedades también tienen algo así como un flujo de conciencia colectiva, que si el político de turno sabe canalizar bien, consigue que no le salpique ni un solo problema local y puede llevar una vida plácida de cobrador de sueldo público.

¿Cuál ha sido el gran problema de Navarra en el último año? Una guerra a tres mil kilómetros, en la que ningún político del aberchandalato tiene ni voz, ni voto, ni capacidad real de hacer nada. Canalizas ahí la indignación, y mientras la gente se queja por esa tubería no se queja de lo que tiene mucho más cerca.

Vaya, fulanito no va a poder venir hoy a la manifa contra la guerra al final del Mediterráneo porque ha tenido un accidente laboral o de tráfico en Santesteban o en Lodosa y se ha matado. Mecachis. Corre, que ya está Txibite en la pancarta. A ver si nos sacan una foto con ella y nos la publica el Josebas en portada de su Boletín Oficial del Noticias. O salimos en el Teleberri de ETB; con un poco de suerte pillamos al de ETB2 y podemos chupar cámara con alguna declaración para que nos vean en casa. Al de ETB1 no, que esa no la ve ni Dios; además, se darían cuenta de que tantos años de euskaltegi no han servido para nada.

Me pasa hasta a mí, que se supone que me pagan por señalar movidas. Un día, leyendo las noticias para elegir tema con el que llenar el folio, me di cuenta de que pasaba por alto las muertes por accidentes laborales. Yo también las tenía normalizadas.

Supongo que se juntaron varios fallecidos y, por fin, me saltó la curiosidad: ¿pero cuántas muertes hay por este motivo? Una cada dos semanas. Solo por trabajar. Me pareció salvaje. Pero está normalizado. No hay manifestaciones masivas ni recurrentes. No hay banderas en los balcones contra los accidentes laborales. No hay nada.

“Pues será así, pues tendrá que ser así”: la tradicional resignación y estoicidad de la sociedad navarra. Y ahí se queda todo, como un peaje que se paga sin darle más vueltas.

Imagínate que cada mes, solo por montarte en la Villavesa, murieran dos personas. Veinticinco muertos al año por subir a un autobús navarro. Y que nadie se preguntara nada. Otro año pagando a Caronte el óbolo para que se los lleve en su barca por la laguna Estigia, y a seguir viviendo.

Este año llevamos ya 45 muertos por accidente de tráfico en la Navarra del aberchandalato, que ha asumido las competencias de tráfico en 2025. Son los mismos muertos que en 2023 y 2024 juntos. Pero será casualidad, seguro. Ya verás. ¿No serás tan fascista de pedirle explicaciones a Txibite de lo que pasa en las carreteras navarras?

Y mientras tanto, en Navarra, se sigue muriendo gente por trabajar y por circular. Sin pancartas. Sin consignas. Sin fotos. Muertos pequeños, asumibles, estadísticamente aceptables.

Lo terrible es que el silencio no es un fallo del sistema. Es el sistema funcionando exactamente como fue diseñado: no hables, no seas facha, y los problemas dejan de existir. Y eso es todo.

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