• jueves, 25 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Koldo Martínez I, el Desganado

Por Javier Ancín

Hay influencers veiteañeras que usan menos filtros. Nos han llenado las marquesinas de Irroña de un personaje irreconocible, a medio camino de marino cuqui nórdico, anunciándote viagra, y de médico suizo, también cuqui, invitándote a su clínica dedicada a la eutanasia.

Cartel electoral de Koldo Martínez como candidato de Pamplona por Geroa Bai.

La cosa esta temporada electoral va de fotos, que como bien explicó una vez Arcadi, mienten más que que mil palabras -que también mienten-. No hay nada que mienta más que una foto, sus ángulos, sus focos, sus puntos de fuga, su marco. Y en esta era del retoque digital al alcance hasta de aficionados, cualquiera que alguna vez le haya puesto morritos al móvil para hacerse un selfie lo sabe, ni te cuento.

Iba el otro día corriendo, reventando los tiempos para el Strava, sin oxígeno en las meninges, al borde del infarto y me topé con un careto desconcertante, de un blanco nuclear que asustaba. Un blanco irreal, un blanco que nunca nadie encontrará en la naturaleza. Un blanco tan blanco que es el anhelo de cualquier supremacista de Alabama. Barba, pelo, cara, ropa, fondo... todo blanco.

¿He muerto ya y corro por los campos Elíseos, bañado en luz eterna, cegadora, descalzo, pisando florerillas y césped con mejor olor que la hierbabuena?, me dije. Y aún tuve tiempo, antes de perder contacto absoluto con la realidad, de preguntarme, ¿quién cojones es este Radamantis que se me aparece a cada paso? Un blanco tan blanco que solo puede surgir de una mentira, de un imposible, de esos blancos que solo aparecen cuando desplazas las barritas del Instagram para salir más guapo, más luminoso, más puro, sin sombras, más inmaculado.

Tuve que pararme, confieso, para leer su nombre, porque no tenía ni pajolera idea de quién era ese personaje. Koldo Martínez, alikate, ponía. ¿Koldo Martínez? Y me dio la risa, la tos, la vida... ¿De verdad este tipo es Koldo Martínez? ¿Alikate? ¿Qué es esto, un anuncio de Ikea? Y seguí riéndome ya sin aliento, doblado.

Se les ha ido la mano de nuevo a los aberchándales. Hay influencers veiteañeras que usan menos filtros. Nos han llenado las marquesinas de Irroña de un personaje irreconocible, a medio camino de marino cuqui nórdico, anunciándote viagra, y de médico suizo, también cuqui, invitándote a su clínica dedicada a la eutanasia: pase, no tenga miedo, hablemos de la eutanasia, es una salida tan valida de esta existencia como cualquier otra. Nosotros los aberchándales no le llamamos morir, le decimos llegar a Euskalerría.

Sospecho que querían hacerlo pasar por una especie de olentzero modernuqui, pero no les ha funcionado el invento. El olentzero si no tiene pinta de estar a punto de meter en un saco a un niño para comérselo en la tranquilidad de su pocilga en las montañas, no lo reconoce ni Juangoikoa (sic). Se les ha quedado la cosa en un tipo más parecido a un papá Noel súper estilizado, un actor porno para maduritos con fetichismos navideños, que en el célebre borracho vasco. En fin... cosas del marketing. Qué sabré yo. Y continúe mi troqué cochinero por las aceras de la periferia de la ciudad.

La causalidad hizo que al recolocarme los auriculares, una cuña radiofónica del candidato a alikate de Irroña por el PNV me entrara por las orejas. Anda, mira, Mokoldo, y presté atención.

Si el retrato era todo belleza, el tono era absolutamente lo contrario. Se le nota en la voz desganado a Koldo. Cansado. Abuelete con dejé asqueado. Le entiendo, acabar en Madrid, por fin, después de unos cuantos intentos infructuosos, con sueldazo de senador, disfrutando de la vida anónima y con bien de perras en el bolsillo en una urbe grande, libre, a su bola, sin las miserias de provincias, sin las viejas del bisilloak y tener que dejar esa vidorra porque te tocan el pito y te ordenan volver a Irroña, tiene que ser duro de pelotas.

Amigo, es lo que tiene vender el alma al partido, que el partido un día te la reclama y hay que entregársela. Ese era el pacto. ¿Quieres irte a Madrid? Vete... pero un día cuando yo te lo diga tendrás que volver. Y ha vuelto, pero no ve la hora de volverse a largar, con lo que le gusta la capital de España a todos los políticos aberchándales. Qué tendrá Madrid que ningún político nacionalista ni vasco ni catalán, cuando la vive, quiere volver luego a su agujero identitario provincial. Y eso es todo.


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Koldo Martínez I, el Desganado