• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Maiorga Ramírez, el antihéroe perfecto

Por Javier Ancín

Maiorga es un dandy apocalíptico y decadente. Lleva con él las catacumbas a cuestas, parece un Atlante, con esa mirada de córneas enrojecidas en la que parece recaer el peso de un pueblo, el aberchándal, que tampoco le comprende. 

Bakartxo Ruiz y Maiorga Ramirez (Bildu) momentos previos al comienzo del pleno. MIGUEL OSÉS
Bakartxo Ruiz y Maiorga Ramirez (Bildu) momentos previos al comienzo del pleno. MIGUEL OSÉS

Les confesaré algo, amados lectores. A mí Maiorga Ramírez me cae bien. Sin entrar en profundidades, ojo, desde la distancia. Qué le voy a hacer... no es que cabalgue contradicciones como el cuuuuuuursi de Pablo Iglesias, es que la vida es así, un puto sindiós incomprensible al que no hay manera de ponerle orden –yo, por ejemplo, con lo que soy, siempre he tenido novias rojeras-. Los antihéroes siempre me han resultado simpáticos y Maiorga es un antihéroe perfecto para una aldea aburrida y fanática como Irroña.

Con un tipo que cada vez que salgo de juerga destructivamente artística -lo estoy dejando, me ha dado por el puto running, como a la mayoría de cuarentones-, coincido con él en las colas de los baños de los bares de copas -lo nuestro son más antros de los que aún no se han ventilado de la nicotina que impregna sus paredes-, no me puede caer mal. Lo siento. Pido comprensión a los que haya podido defraudar con esta confidencia, pero qué le voy a hacer, yo soy así, un jodido descontrolado.

Maiorga es un dandy apocalíptico y decadente. Lleva con él las catacumbas a cuestas, parece un Atlante, con esa mirada de córneas enrojecidas en la que parece recaer el peso de un pueblo, el aberchándal, que tampoco le comprende. Maiorga es un moderno y si algo odia el movimiento aberchándal, tan conservador, tan asquerosamente conservador, es la modernidad. Catacumbas de las que sólo sale para entrar de nuevo en ellas. En bucle.

Un Sísifo crápula, ascendiendo con su piedra... o su bolsa, yo qué sé, que los mitos a veces se actualizan solos, sin contar con Ovidio y sus Metamorfosis, de vuelta a la barra de los vivos, a tomarse la penúltima, con esa voz sin resuello, como de subir eternamente desde el sótano del Nébula al Nébula, que es otro sótano aunque esté arriba. Yo observo el prodigio al final de la barra, no me escondo, no me lo cuentan. Estoy allí.

Le he visto liarse un cigarrillo en la mesa de la presidencia del parlamento de Navarra una vez que fui a hacer de periodista, y salir lánguido, arrastrando sus botines brillantes dentro de un abrigo de paño inglés que le sentaba como un guante, pantalones pitillo, todo humo, a fumárselo a la calle. Entornando los ojos porque el sol, como a todos los que sabemos que la vida empieza a media noche, es la muerte. Estuve a punto de pedirle un autógrafo, pero me contuve, a los dioses hay que rezarles, o cagarse en ellos, pero no molestarles.

Maiorga asciende cansado del infierno para caer en el infierno, cansado, como en un dibujo de perspectiva imposible M. C. Escher. Me fascina observarlo cuando todo se vuelve bruma. Vicios que tiene uno, lo confieso.

Pero volvamos a la tierra, al mundanal ruido. A la puta prosa insulsa que por no tener no tiene ni resaca.

El caso es que se presentó hace unos días Maiorga para presidir EA, y le han dicho que nones, que no le dejan, que se vuelva a su Irroña de mierda por donde ha venido, y él, en un acto completamente maravilloso, un castillo de fuegos  artificiales sanferminero disparando de una sola vez, PUUUUUUUUM, ha dicho que su propio partido le ha cocinado un pucherazo de pochas de Tolosa de dimensiones de txapela de txapeldun cosida por Elosegui. Un pucherazo para la historia, vamos. Pobrico...

Quizás alguien, por fin, entienda algo porque el mensaje es de una claridad más grande que el agua del navarro pantano de Articuza del que beben los donostiarras.

Un navarro presidiendo un partido vasco, ¿estamos locos? Los aberchándales navarros, para los aberchándales vascos pata negra, son solo los naburros, naburricos, el servicio, el felpudo, los tontos útiles para ese proyecto que tiene ideado la burguesía rancia vizcaína del peneuve. Bastante tienen con aguantar a los descarriados guipuchis, que a veces se le desmadra a Eguibar el rebaño, y mantener en el estudiado ninguneo a los patateros alaveses, como para dejar que los navarros aberchándales ahora entren a dirigir el cotarro vasco. Ilusos. Bilbao manda, Irroña no rechista. Txiton.

Con un Garaikoetxea enredando una vez -lo pusieron por guapo a ver si las viejas picaban... y les montó un cisma-, los vascos ya tuvieron suficiente experimento y aprendieron que los navarros ni de barro. Un aberchándal navarro trabaja para nosotros y no puede dirigirnos jamás. Y punto. Ley vieja vasca, a tomar por culo.

Ni Maiorga ni Maiorgo ni hostias en vinagre, los navarros solo a obedecer, como el Generalí, por ejemplo. ¿Con lo que se lo curra de lameculilos –no hay foto de los que euskomandan en la que no salga, o lo intente, como el mocito feliz de la tele-, con las películas que se monta en tuiter, alguien se lo imagina optando a presidir el peneuve en Bilbao? Pues eso... Maiorga, ríndete. Y eso es todo.


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Maiorga Ramírez, el antihéroe perfecto